domingo, 1 de maio de 2011

CICLA SUL OCDS DA AMERICA LATINA








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BOM PROVEITO!!!


TERESA DE JESUS Y EL CAMINO DE PERFECCIÓN:

“avisos y consejos”

a los inquietos y andarillos de Dios

José Eduardo M. Manfredini Júnior [1]

1. “Avisos y consejos”

Mucho ya se ha escrito sobre El libro de Camino de Perfección. Estudiosos, teólogos y religiosos ya dedicaron muchas horas sobre las páginas de esta grande obra de Santa Teresa de Jesús y recogieron abundantes reflexiones que su ágil pluma dejó impregnadas.

A partir de eso surgieron otros trabajos que profundaron y interpretaron los enseñamientos de La Santa.

Considerado por muchos como “El evangelio teresiano”, El Camino de Perfección, fue El libro que más exigió dedicación y atención por parte de Teresa, por eso era unos de los libros más queridos por Ella. A primera vista puede parecer raro, pero ya en El prólogo vemos y entendemos El por qué, pues nos coloca las principales motivaciones para escribir de nuevo, ya que hacia poco que había entregado a su confesor El relato de su “vida”.

“Sabiendo las hermanas de este monasterio de San José cómo tenía licencia Del Padre Presentado Fray Domingo Bañes, de la Orden Del glorioso santo Domingo, que AL presente ES mi confesor, para escribir algunas cosas de oración en que parece podre atinar por Haber tratado con muchas personas espirituales y santas, me han tanto importunado las diga algo de Ella, que me He determinado a las obedecer, viendo que El amor grande que me tienen puede hacer más acepto lo imperfecto y por mal estilo que yo Le dijere, que algunos libros que están muy bien escritos de quien sabia lo que escribe” (Camino de Perfección,prol.1,)

Llamado como “ avisos y consejos que Teresa de Jesús da a las hermanas religiosas y hijas suyas...” (C. prefacio) y solo ES llamado más tarde, y con El consentimiento de Teresa, Camino de Perfección, así podemos entender El objetivo Del mismo. El libro ES destinado para La formación de las monjas, ES decir, de La comunidad religiosa que se formo AL rededor de La Santa. “ Camino ES un libro Del grupo. Ha surgido de La comunidad y para La comunidad. Fruto de diálogos comunitarios, fijación de los mismos, conversación que plasma y prolonga” (Herraiz, 1981, p.15)

Así El Camino de Perfección tiene como tema principal La “iniciación de La carmelita a La vida de oración”[2]. Teresa desea que SUS hijas “avancen mucho en el servicio AL Señor” y para eso, Ella se compromete para no hablar, “ de cosa que no tenga por experiencia”

(C prol. 3). Además Camino de Perfección

Se trata de un libro de grandes horizontes: rompe los muros Del Carmelo para convertirse poco a poco, patrimonio de La humanidad y clave fundamental para los que desean llegar a una experiencia calma, serena y decisiva de Dios. (Camino de Perfección, introducción, 1995, p. 297)

Así que El trabajo de escribir algunas líneas más sobre La obra de La madre Teresa, teniendo en cuenta El objetivo principal Del libro, El tiempo que nos separa y, principalmente, nuestro estado laical, hace que sea una tarea, AL mismo tiempo,atrayente y temerosa. Hacer una relectura de los “avisos y consejos” a las monjas Del siglo XVI para laico, inquietos y andarillos, Del siglo XXI, deseosos de vivir un “tratado de amistad con Dios”, es mínimamente un trabajo complejo. Nos dejaremos conducir por el Espíritu que sabemos que todo rige y transforma, y que sólo por El este desafío será posible.

A pesar que esa tarea será más fácil ya que trataremos del carisma teresiano y de su principal eje, la vida de oración, como afirma Fray Maximiliano Herraiz: “ la insistencia en la oración no es sólo, ni principalmente ‘respuesta’ a la demanda de sus monjas. Es elemento esencial, configurante do carisma vocacional de Teresa” (1981,p. 24). Eso es lo que abrazamos y deseamos con toda fuerza , aunque muchas veces nos desviamos o nos acobardamos delante de los desafíos y obstáculos que nos encontramos diariamente.

A partir de esa óptica, permear las paginas del Camino nos ayudará para hacer una reevaluación vocacional, de la oración individual y comunitaria, y de formación en la escuela teresiana. Pues,

“Enseñar a orar o tratar del modo de proceder que se lleva en la primitiva comunidad teresiana, es enseñar a ser libres, simplemente a ser personas que optan conscientemente por la amistad con Dios. Todo lo que atente contra la libertad cierra el camino de la oración. Y todo lo que alimente y consolide abrirá a una oración auténtica y renovadora” (HERRAIZ, 1981,p. 25)

Una “oración autentica y renovadora” exige que al adentrarnos en ese camino espiritual, la persona se disponga a caminar sin parar, con “alegría y libertad” (VIDA 13,1 1995,p. 84), o todavía “[…] de recorrer ese camino con libertad, entregados a las manos de Dios […]” (V 22,12). De esta manera el peregrino no se cansa, pues sabe que esa libertad le fortalece pues le viene de su fe en Jesús Cristo que nos dice: “[…] y conoceréis la verdad y la verdad os libertará” (Jn 8,32).

Inicia el “Camino de Perfección” es algo más que leer las páginas de la obra teresiana, es iniciar una aventura que

“[…] una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo” (C 21,2).

Entonces queridos no tengamos miedo de comenzar a trillar ese “Camino” y si todavía tenemos dudas,” Mirad vuestro Esposo: Él os ha de sustentar (C 2,1). Digamos como los discípulos de Emaus: “Quédate con nosotros que la tarde está cayendo…” (Lc 24,29). Sin más demora iniciemos.

2. Antes de “Camino”, algunas consideraciones.

El siglo XVI fue un siglo marcado por innúmeros cambios en Europa. Cambios políticos, económicos, sociales y religiosos que irían transformar el mundo. Para no ser muy prolijos, citaremos como ejemplo el proceso de colonización de América y la reforma protestante, entre otros acontecimientos que colaboraron para acelerar esas modificaciones.

En ese contexto turbulento, la misma Teresa afirma: “El mundo está siendo tomado por el fuego… (C 1,5) y de hecho estaba . Las reformas protestantes de Lutero (1517), Calvino (1533) y Henrique VIII (1531) asociada a otros factores, dieron a Europa un nuevo rostro. La Iglesia perdió su poder y con eso la primacía en todo el continente.

Para tentar reverter ese proceso, la Iglesia convocó un Concilio de de Trento (1545-1563) y con él un proyecto que fue conocido como Contra Reforma. En realidad eso fue un tentar desesperado para frenar los avanzos de los protestantes. También reveló la situación decadente por la que estaba pasando la institución, sobre todo en el ámbito moral. En el campo doctrinario se percibe un retroceso en comparación con lo que los protestante reivindicaban y hacían. Entre esas medidas, el códice de libros prohibidos y la “santa inquisición” fueron las que más se hicieron sentir.

Teresa, hija de su tiempo, sintió “en la piel” esos acontecimientos. No fue por acaso que, según testigos, murió diciendo “Por fin, muero hija de la Iglesia”, teniendo en cuenta las persecuciones que sufrió por censores, teólogos y letrados.

[…] Camino es una caja de resonancia del latido de la Iglesia, del latido de Teresa. Y un pronunciamiento decidido , valiente, de amor critico sobre ciertas cuestiones ‘espirituales’ que agitaban los ánimos y dividían fuertemente a los miembros de la comunidad eclesial. […] Muchas paginas de Camino son indescifrables si no se tiene en cuenta el entorno histórico en que nace (HRRAIZ, 1981, p. 35)

Llevar en consideración el contexto histórico es importantísimo para poder comprendery aprovechar mejor los enseñamientos de Teresa de Jesús. Si no lo hacemos así, corremos el riesgo de “ciertos consejos y avisos” que todavía hoy son significativos, o podemos considerar e interpretar de forma equivocada.

Como ya decíamos antes, el Camino de Perfección fue el libra que más contó con el cuidado de la Santa, escrito probablemente en 1566, después del libro de la Vida (1565). Teresa escribió el Camino dos veces y se conservan las dos copias autógrafas. La primera sin división de capítulos, en la biblioteca del Escorial[3] y la segunda, en forma de libro, en el Carmelo de Valladolid.

Los motivos que la llevaron a escribir dos veces son varios:

[…] para darle formato de libro, para más fácil lectura en su comunidad; para seguir las indicaciones del teólogo amigo, que revisó el manuscrito y borró las numerosas pasajes; y para reducirlo a un tono coloquial y confidencial de la primera redacción, de alusiones polémicas y de referencias a la propia experiencia religiosa. Aun después de escribir el libro por segunda vez, lo sometió a revisión de los teólogos censores que quitaron numerosas pasajes e hicieron arrancar muchas hojas […] (ALVAREZ, 2009,p. 131)

Después de tener en manos la versión final de la obra y con el comienzo de las fundaciones de otros monasterios de la orden naciente a partir de 1567, Teresa deseó que se hicieran copias para que , de esa forma , todas las monjas tuviesen acceso a sus “avisos y consejos” . Aquí nació la necesidad de editarlo, trabajo que sólo seria concluido en febrero de 1583, cuatro meses después de su muerte. En seguida otras ediciones fueron hechas.

3. Partes de un Camino: es preciso caminar.

Santa Teresa es pedagógica y, naturalmente, una maestra en didáctica. Prueba de ello es su estilo directo, sencillo y profundo. Su pensamiento es dialogal, fraterno, dulce,(ubre). Sencillamente comunitario. Sabe atraer el interés de sus monjas, y hoy el nuestro.

A través de analogías, Teresa da ejemplos y nos envuelve en su pensamiento. “Dotada de una imaginación viva, intuitiva por naturaleza, ella expresa su pensamiento, comparte con sus monjas, sus hermanas, la propia experiencia contemplativa y mística por medio de analogías y comparaciones analógicas” (GRIMANI, 2008, p. 15). Así ella va tejiendo, mejor, construyendo el “Camino” por el cual quiere ver sus hijas e hijos peregrinar, inclusive nosotros mismos.

Para eso Teresa dividió su obra en partes, que, es claro, están entrelazadas. El Camino de Perfección se presenta en 42 capítulos divididos en cuatro partes. Fray Maxiliano Herraiz (1981, p.27) nos presenta esa división:

I. “Gran empresa” del Camino (capítulos 1-3)

II. Presupuestos de la oración o “virtudes grandes” (capítulos 4-25)

III. Oración: naturaleza y desarrollo, exigencias (capítulos 26-35)

IV. Efectos de la contemplación (capítulos 36-42)

A pesar de todo, no detallaremos en este trabajo todas las partes. Veamos rápidamente la primera, la tercera y la cuarta parte ya que, para esta ocasión, tratan de temas que exigen un estudio y un conocimiento más profundo y haría que nuestra reflexión fuese más larga. Nos detendremos en la segunda parte, es decir, en la práctica de las virtudes.

En ese punto, pensamos que se puede hacer una relectura más práctica, ya que Teresa pone las virtudes como los presupuestos de la oración, como “el cimiento del Castillo Interior” (7M 4,9) y su práctica depende de nuestro esfuerzo. Así que la propuesta de la Santa es que primero, la persona que desea “tratar de amistad con Dios” se comprometa en renovar su interior y se “revista del hombre nuevo” (Ef 4,24)

4. Así nació el Carmelo Descalzo: motivaciones y misión (1ª parte)

Teresa en el libro de la Vida[4] discurre sobre las causas que la llevó a fundar el monasterio de San José de Ávila. Sin embargo, en el Camino, ella apenas hace una referencia de lo que había escrito allí , acentuando en este libro el contexto histórico que expusimos rápidamente anteriormente, más específicamente en relación a la Reforma protestante. Ante ese hecho, Teresa resuelve actuar. Ella nos dice su pensamiento en relación al avance de los protestantes en Europa: “Eso me dejó muy pesarosa […] (C 1,2). Pero que podría hacer una monja en clausura? Una “mujer” en aquel contexto?

“Determiné a hacer eso poquito que era en mi, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo”. Y en seguida habla de la misión eclesial do Carmelo: “Así, ocupadas todas en orar por los que son defensores de la Iglesia […]” C 1,2-3)

Teresa sabia de la importancia que tiene la Iglesia de tener santos sacerdotes, teólogos y letrados comprometidos con el Evangelio. Desde su óptica, su fidelidad y la de sus hermanas era una manera eficaz de defender la Iglesia.

“[…] procuremos ser tales que valgan nuestras oraciones para ayudar a estos siervos de Dios, que con tanto trabajo se han fortalecido con letras y buena vida y trabajo para ayudar ahora al Señor “ (C 3,2)

Eso se daría por la vida que abrazaron. Una vida donde la pobreza, tendría un lugar especial, sinónimo de desapego y simplicidad interior que necesariamente tendría que manifestarse en lo exterior, “en la casa, ropas, palabras y, mucho más, en el pensamiento” (C 2,8)

Así Teresa esperaba contribuir con aquellos que luchaban para garantir la integridad de la fe y de los principios que la Iglesia era portadora. Eso no significaba que no hiciera criticas, ironías y declaraciones de amor. Declaraciones que encontraban eco en su corazón y , sobre todo, en su vida.

Es esa también nuestra misión, amar a Dios y su Iglesia, normalmente, aquella Iglesia que sufre y que tantas veces es olvidada por la que no sufre el flagelo del hambre, de la injusticia, del desprecio, de la violencia, de la corrupción, de la pobreza y de todo aquello que destruye al ser humano.

5. Oración: deseo, esfuerzo, práctica y gracia (3ª y 4ª)

El proceso oracional es una experiencia que muchos desean iniciar, pero no todos tienen coraje de dejarse envolver por los silenciosos clamores de Dios, que nos llama para ser sus amigos.

En Teresa, preguntar por el camino de la oración es indagar por el caminante. Ella nos traza camino; el camino es la persona. Que no está hecha, y que tiene que ser hecha. Teniendo en cuenta todas las dificultades, las que se presentan de frente y las que actúan disfrazadamente en la indefinición y en el anonimato. Pero considerando también las posibilidades reales que el fiel tiene para recorrer el camino de la oración. Dios amándonos, nos hace capaces de amar, entregándose a nosotros, nos abre la posibilidad de que nos entreguemos. La relación amistosa personal es un don real que el hombre tiene por “pura gracia” de Dios (HRRAIZ, 1993, p. 157)

En la España del siglo XVI, la vida espiritual era tema de muchos tratados y debates, particularmente, entre teólogos y místicos. Sin embargo, la vida espiritual se convertía en un asunto bastante complejo, marginalizando e impidiendo que muchos pensasen que podía “tener amistad con el Señor”. Era necesario estar atento. Nada podía amenazar la ortodoxia y la unidad de la fe de la Iglesia. Teresa ante las experiencias que vivía, entra en esas discusiones con la autorización del confesor. Primero con el relato de su “Vida” y después con el “Camino de Perfección”

La Santa quería poner en práctica, con perfección, aquello que la Regla primitiva recomendaba a los hijos e hijas de la Bien Aventurada Virgen María del Monte Carmelo: meditar “día y noche en la ley del Señor y velando en la oración” (Regla del Carmen 10,p. 1). Ese era el deseo de la madre para con sus hijas, que fuesen fieles a la regla y al modo de vida que abrazaron.

5.1. Oración vocal y mental: dos caras de una misma oración.

Para teresa, era necesario deshacer y esclarecer las dudas; desvanecer el miedo y la confusión entre las varias denominaciones que la oración recibía en aquel momento. Al entrar en el asunto sobre la oración mental, en el capítulo 22 de Camino, Teresa habla antes de la oración vocal.

Con su perspicacia , la santa soluciona con simplicidad un problema que atormentaba a muchas hermanas. La oración, vista desde esa perspectiva, se convertía en una cosa simple y profunda; “Si, llegaos a pensar y entender, en llegando, con quién vais hablar o con quién estáis hablando” (C 22,7). Para ella “ si hablando, estoy enteramente entendiendo y viendo que hablo con Dios con más advertencia que en las palabras que digo, junto está oración mental y vocal” (C 22,1). Sin embargo ella nos advierte seriamente: “No me estéis hablando con Dios y pensando en otras cosas” (C 22,8).

Teresa, al principio col0ca a la misma altura las dos formas de oración, definiéndolas así:

“ pensar y entender qué hablamos y con quien hablamos y quien somos los que osamos hablar con tan gran Señor. Pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir es oración mental. No penséis que es otra algarabía, ni os espante el nombre. Rezar el Paternóster y Avemaría o lo que quisiereis, es oración vocal.” (C 25,3)

Esa definición sencilla y directa hizo que muchas personas que tenían miedo de la oración mental[5] pasasen a practicarla, pues , para la santa, la oración es “una vía regia para el cielo” (C 21,1).

Ese miedo era el miedo de perder el alma, de ser engañado por el demonio y de ir para el infierno. Tanto era así, que ese fue el motivo principal de Teresa para entrar en el monasterio[6]. En el fondo, era resquicio de una mentalidad medieval, que, incluso, también está presente en el pensamiento teresiano. Los conceptos sobre el demonio, el mal y el infierno, fueron “reelaborados” durante la edad media para servir como medios de presión y manipulación del pueblo por parte de la Iglesia, y podemos decir que aún hoy siguen presentes sobre todo en el periodo de las grandes transformaciones del siglo XX, llegando algunas hasta nuestros días.

En España y en otros países que se mantuvieron fieles y sumisos a la Iglesia, el pensamiento medieval se enraizó en la sociedad, siendo diluido, pero sin dejar sus marcas siglos después. Por ese motivo, Teresa aconseja: “Pues digo que es muy importante comenzar con gran determinación” (C 23,1). Ella sabía de los peligros que existían y los desvíos que había en torno de la vida espiritual.

Más adelante la santa da un ejemplo todavía más sencillo para decirnos que es oración y como la persona debe hacer para practicarla.

“Lo que podéis hacer para ayuda de esto, procurar traer una imagen o retrato de este Señor que sea a vuestro gusto; no para traerle en el seno y nunca le mirar, sino para hablar muchas veces con El, que El os dará qué le decir. Como habláis con otras personas, por qué os han más de faltar palabras para hablar con Dios? No lo creáis; al menos yo no os creeré, si lo usáis; porque si no, el no tratar con una persona causa extrañeza y no saber cómo nos hablar con ella, que parece no la conocemos, y aun aunque sea deudo, porque todo deudo y amistad se pierde con la falta de comunicación.

También es gran remedio tomar un libro de romance bueno, aun para recoger el pensamiento, para venir a rezar bien vocalmente, y poquito a poquito ir acostumbrando el alma con halagos y artificios para no la amedrentar” (C 26,9-10)

Teresa insiste, es preciso determinarse a dedicarle un tiempo[7], de acostumbrarse a tratar “ con El como un padre, un hermano, un Señor y un Esposo, a veces de una manera, y as veces de otra; El vos enseñará lo que tenéis que hacer para contentarlo” (C 28,3).\esta es la oración que Teresa nos enseña.

5.2. Oración y contemplación: el Amigo se hace presente totalmente.

Con el esfuerzo y la práctica, la persona que se determina a comenzar a trillar ese camino, avanza. La lucha que se trababa antes para recogerse o concentrarse para la oración se hace más fácil. Así,

“Este modo de rezar, aunque sea vocalmente, con mucha más brevedad se recoge el entendimiento, y es oración que trae consigo muchos bienes. Llamase recogimiento, porque recoge el alma todas las potencias y se entra dentro de si con su Dios, y viene con más brevedad a enseñarla su divino Maestro y a darla oración de quietud, que de ninguna otra manera” (C 28,4).

La oración de quietud “es cosa sobrenatural, que no podemos obtener por nosotros mismo, por mucho que nos esforcemos” C 31,2). Para alcanzarla, Teresa insiste en la importancia de la persona empeñarse en el recogimiento, que “es un retirar los sentidos de las cosas exteriores, abandonándolas de tal modo, que , sin comprender, se le cierran los ojos por no las ver, porque más se despierte la vista a los del alma” (C 28,6).

La oración de quietud es :

“ponerse el alma en paz, o ponerla el Señor con su presencia, por mejor decir, como hizo al justo Simeón, porque todas las potencias se sosiegan. Entiende el alma, por una manera muy fuera de entender con los sentidos exteriores, que está junto cabe su Dios, que con poquito más llegará a estar hecha una misma cosa con El por unión” (C 31,2).

Después de esa gracia, la contemplación se hace más próxima. Puede ser que nos sea un poco complicado toda esa nomenclatura para designar los grados de oración. Sin duda que causa extrañeza. Pero por medio de esas denominaciones y explicaciones de la santa vemos como evidente que la práctica oracional es un proceso de perfeccionamiento, de cual, hasta cierto punto, depende del empeño de la persona y, después, es gracia divina. Eso no significa que el orante no tenga que mantenerse vigilante en el camino, pues, caso contrario retrocederá.

Así como la oración de quietud, la contemplación es gracia divina. En el Camino de Perfección, Teresa no explica detalladamente que es esa gracia[8], apenas hace algunas alusiones. “Podríamos resumirlas en dos palabras: presencia y amor de Dios. Y a través de ellas, una nueva actitud frente a todo lo humano y todo lo creado. Presencia amorosa de lo divino, que va impregnando todo el espacio existencial” (ALVAREZ, 2009, p.228).

Pero a pesar de ser gracia divina, Teresa deja un recado:

“No digo que quede por vosotras, sino que lo probéis todo, porque no está esto en vuestro escoger, sino en el del Señor. Mas si después de muchos años quisiere a cada una para su oficio, gentil humildad será querer vosotras escoger. Dejar hacer al Señor de la casa. Sabio es, poderoso es, entiende lo que conviene y lo que le conviene a El también. Estad seguras que haciendo lo que es en vosotras y aparejándoos para contemplación con la perfección que queda dicha, que si El no os lo da (lo que creo no dejará de dar, si es de veras el desasimiento y humildad), que os tiene guardado este regalo para dároslo junto en el cielo, y que – como otra vez he dicho- os quiere llevar como a fuertes, dándoos acá cruz como siempre Su Majestad la tuvo” (C 17,7).

La preparación que la santa se refiere se trata de la práctica de virtudes que son “cosas que son necesarias tener las que pretenden llevar camino de oración, y tan necesarias que, sin ser muy contemplativas, podrán estar muy adelante en el servicio del Señor, y es imposible si no las tienen ser muy contemplativas, y cuando pensaren lo son, están muy engañadas” (C 4,3). Más adelante dirá que “la humildad, y mortificación y desasimiento y otras virtudes, siempre hay más seguridad. No hay que temer, ni hayáis medo que dejéis de llegar a la perfección como los muy contemplativos” (C 17,4).

Así ahora nos dedicaremos sobre lo que Teresa aconseja a aquellas personas que quieren hacer el Camino de Perfección, es decir, la práctica de las virtudes.

6. Algunas cosas necesarias: las virtudes (2ª parte)

La persona que quiera hacerse peregrino en el camino de Teresa debe, a parte de la determinación, revestirse de tres virtudes fundamentales a los ojos de la santa. Es importantísimo y vital comprenderlas y buscarlas, pues “importa mucho entendamos lo muy mucho que nos va en guardarlas para tener la paz que tanto nos encomendó” Y la maestra de oración así las presenta: “la una es amor unas con otras; otra, desasimiento de todo lo criado; la otra, verdadera humildad, que aunque la digo a la postre, es la principal y las abraza todas” (C 4,4). En l camino, esas virtudes serán como el bastón, la cantimplora y las sandalias del peregrino, que a pasos grandes camina rumbo a su destino, a su meta y, por eso, lleva apenas lo necesario.

6.1 Amor: “ amarnos unos a los otros como yo os amé” (Jn 13,34)

Al iniciar su reflexión, Teresa da un consejo muy significativo a sus hijas, que sería muy provechoso como criterio a tener en cuenta delante de algún tipo de desentendimiento. El eje de ese criterio es el amor “porque no hay cosa enojosa que no se pase con facilidad en los que se aman y recia ha de ser cuando dé enojo” (C 4,5). No observar esa virtud tras grandes daños para la comunidad y , consecuentemente, para la persona que desea caminar.

Con todo, la santa desenvolvió su pensamiento alrededor de dos maneras diferentes de amor, “una es espiritual, porque ninguna cosa toca a la sensualidad ni la ternura de nuestra naturaleza, de manera que quite su puridad; otra es espiritual, y junto con ella nuestra sensualidad y flaqueza” (C 4,12). Veamos.

6.1.1 El amor espiritual: el amor perfecto.

Teresa es enfática: “todas las hermanas han de amarse” (C 4,6), es decir, para ella ninguna persona debe excluirse de esa obligación, ese criterio que el mismo Jesús impuso a sus discípulos[9] y que ella refuerza como criterio vocacional de la espiritualidad del Carmelo Descalzo.

El amor espiritual, para la maestra de oración, es más perfecto, pues se debe amar aquello que no está en el exterior. “Amemos las virtudes y la belleza interior, empeñándonos siempre, con mucho cuidado, para no dar importancia a lo que es exterior” (C 4,7). Hoy puede ser que sea más difícil para nosotros, pues muchas veces somos llevado a juzgar y a valorar aquello que vemos a primera vista, es decir, aquello que reluce, que es bello y que, sobre todo, nos agrada. Nos olvidamos de ir más allá de la imagen que se nos presenta. De ver primeramente en todos , sin excepción, la imagen de Aquel que nos creó y que nos ama locamente, y desea que hagamos lo mismo.

Teresa nos avisa, es necesario prudencia al principio de una amistad. Para ella, la amistad debe llevar a alcanzar los bienes verdaderos[10]. Las personas que aman de esa forma “pasan por los cuerpos y ponen los ojos en las almas y miran si hay qué amar; y si no lo hay y ven algún principio o disposición para que, si cavan, hallarán oro en esta mina, si la tienen amor, no les duele el trabajo”, y Teresa continua, “ya sabe y tiene experiencia de lo que es todo; no le echarán dado falso (engañar)” (C 6,8).

La preocupación mayor de ese amor es la salvación del alma que es amada. Es el deseo de verla inmersa en el corazón de Dios, de tenerla como compañera de peregrinación. Por eso, la santa afirma “Todo lo que desea y quiere es ver rica aquella alma de bienes del cielo” (C 7,1). Para ella, el verdadero amor es aquel que lleva a Dios y a sus tesoros. Sin embargo nos advierte: “Digo que traen bien pesada cruz” (C 7,4).

Y una vez más Teresa llama la atención para el hecho de que “es manera de amar es la que yo querría tuviésemos por las otras. Aunque a los principios no sea tan perfecta, el Señor la irá perfeccionando” (C 7,5). Así será el Señor que nos enseñará a amar de la misma manera que El nos ama, basta que queramos y nos esforcemos en ese sentido, es decir, que sepamos desapegarnos de todo aquello que nos impide de amar.

6.1.2 El amor espiritual: sensibilidad y flaqueza.

Teresa trata ese tipo de amor con mucha cautela y cuidado. Habiendo presenciado los prejuicios causados por ese modo de amar en la vida espiritual y comunitaria, ella habla por experiencia. Por eso insistirá con sus hermanas en los cuidados que hay que tener en relación a las amistades particulares, sin olvidarse de las amistades con los confesores.

En realidad Teresa está hablando a sus hermanas del peligro que existe de apegarse a las amistades, pues, eso “impide total dedicación al amor de Dios” (C 4,5), lo que traería todo por agua a bajo. Para la santa, ese tipo de amistad “raramente van ordenadas a ayudarse a amar más a Dios” (C 4,6) y eso es lo que debe llevar las verdaderas amistades, al amor fraterno.

La maestra de oración advierte:

“Si la voluntad se inclinare más a una que a otra ( que no podrá ser menos, que es natural, y muchas veces nos lleva a amar lo más ruin si tiene más gracias de naturaleza), que nos vayamos mucho a la mano a no nos dejar enseñorear de aquella afección. No consintamos, oh hermanas, que sea esclava de nadie nuestra voluntad, sino del que la compró por su sangre. Miren que, sin entender cómo, se hallará asidas que no se puedan valer” (C 4, 7-8).

Ese cuidado que la santa insiste en recomendar a sus hijas está unido a la vocación al Carmelo Descalzo, es decir, nada y nadie puede estropear el tratado de amistad con Dios. Así Teresa enfatiza: “En atajar estas parcialidades es menester gran cuidado desde el principio que se comience la amistad; esto más con industria y amor que con rigor” (C 4,9). Todo cuidado es poco. Teresa quiere evitar al máximo el riesgo del alma apegarse a la criatura y no al Creador.

Ese tipo de amor tiene un efecto contrario, él prende cuando debería libertar. Esclaviza el alma, pues se trata de afección y de apego. Es un amor “Deformado y deformante” (HERRAIZ, 1981, p. 55). Para el peregrino no existe mayor tormento que no poder caminar. Estar preso significa no poder seguir adelante, significa correr el riesgo de nunca alcanzar la meta. Por eso podemos entender porque Teresa insiste tanto en ese asunto. En ese camino se exige libertad para andar, para correr a los brazos del Padre que nos espera[11].

Para la santa la verdadera amistad no debe quitar la paz y la libertad[12],y porque “habiendo prudencia, todo es amor perfecto” (C 7,7). La santa sabia los males que podrían venir con ese tipo de amor, tanto es así, que ella nos dice que si ocurriese estaría todo acabado.

“Si por dicha alguna palabrilla de presto se atravesare, remédiese luego y hagan gran oración. Y en cualquiera de estas cosas que dure, o bandillos, o deseo de ser más, o puntito de honra ( que parece se me hiela la sangre, cuando esto escribo, de pensar que puede en algún tiempo venir a ser, porque veo es el principal mal de los monasterios), cuando esto hubiese, dense por perdidas. Piensen y crean ha echado a su Esposo de casa y que le necesitan a ir buscar otra posada, pues le echan de su casa propia” (C 7,10).

Esa es la consecuencia de ese amor ”imperfecto”. Sencillamente el fin. Pero Teresa va más lejos diciendo: “Echen de si esta pestilencia. Corten como pudieren las ramas. Y si no bastare, arranquen la raíz” (C 7,11). Así podemos concluir que el apego, en ese tipo de relación, sin la finalidad de llevar al Señor, puede estorbar al que se propone ese camino.

6.2 El desapego de todo lo creado: el verdadero valor de las cosas.

Es interesante el valor que Teresa da a esa virtud. Ya al comienzo del capítulo 8 de Camino, ella nos dice: “Ahora vengamos al desasimiento que hemos de tener, porque en esto está el todo, si va con perfección”. Pero que será el “todo” de que nos habla Teresa? Ella nos responde: “Aquí digo está el todo, porque abrazándonos con solo el Criador y no se nos dando nada por todo lo criado, Su Majestad infunde manera las virtudes, que trabajando nosotros poco a poco lo que es en nosotros, no tendremos mucho más que pelear…” (C 8,1).

Ella afirma que por medio de la práctica del desasimiento, el Señor concede al alma las virtudes, principalmente aquellas que ella considera como el cimiento de la vida espiritual. Y “considerar nada todas las cosas criadas”, no significa dejarlas de lado recusarlas vehementemente, pues aquí también el ser humano está inserido. Al contrario de todo eso, cuando Teresa aconseja a “considerar nada todas las cosas criadas”, siguiendo el pensamiento de la época, ella está diciendo que se debe reconocer el debido “valor y lugar” de la creación en el proceso espiritual, incluso, nuestro lugar.

La creación debe ser el punto de partida para el verdadero conocimiento de Dios[13], Es contemplando la creación que el alma encontrará “vestigios” del Amado y, por medio de eso, se fortalecerá para buscarlo.

Entretanto reconocer el lugar y el valor de las cosas y de las personas no es fácil, Teresa reconoce “… es más fácil escribir que hacer” (C 8,2). Eso se debe al hecho que por más que nos esforcemos, muchas veces nos olvidamos de que la culpa es nuestra. “… que hay peor ladrón que el que está dentro de casa..” (C 10,1).

La santa llama la atención para la importancia de reconocer la brevedad de las cosas creadas, “ Pues todo pasa. Sólo Dios no cambia” ( Eficacia de la Paciencia,1995, p. 981). Después la persona quedará libre para permanecer inmóvil en la presencia de Aquel que nos ama, “para quitar las afecciones de las cosas que son tan baladíes y ponerla en lo que nunca se ha de acabar” (C 10,2).

Si en el tiempo de Teresa era una tarea ardua y difícil el desasimiento, por eso tantos consejos y avisos, hoy no es diferente. Exige “determinada determinación” de continuar o al menos de intentar. La maestra de oración dice que: “mas comenzándose a obrar, obra Dios tanto en el alma y hácela tantas mercedes, que todo le parece poco cuanto se puede hacer en esta vida” (C 12,1),por eso es enfática en afirmar que “quien de verdad comienza a servir al Señor lo menos que le puede ofrecer es la vida… En fin, todo lo que tiene fin no hay que hacer caso de ello; y pensando que cada hora es la postrera, quien no lo trabajará? “ (C 12,2).

Puede parecer que esos consejos sean duros para nosotros laicos. Sin embargo, es el precio que hay que pagar si queremos caminar por el camino de perfección trazado por Teresa. Ella avisa que cualquier persona “puede ser desprendida y humilde en cualquier lugar, aun con mayores esfuerzos” y que, con eso, la “oración perfecta termina por eliminar los resentimientos…” (C 12,5), lo que significa que la persona está desprendida de si misma.

Entretanto, no estamos solos, El camina con nosotros. Teresa a calma a aquellos que se sienten desanimados al decir que “bien creo que favorece el Señor mucho a quien bien se determina” (C 14,1). Entonces está en nuestras manos no desistir de ese camino, está en nuestra manos “ acostumbrarnos a las cosas pequeñas para salir con victoria en las grandes” (C 15,3).

Teresa afirma que la práctica de esa virtud trae la libertad[14] y, de hecho, no podría ser diferente. El camino es largo y lleno de obstáculos; por eso exige que se lleve lo menos posible. Es el Señor que nos avisa: “No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos, ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni cayado” (Mt 10,9-10). Desasidos de los bienes terrestres, andaremos más rápidos rumbo a la meta, a nuestro objetivo a aquello que es el deseo del Maestro: “Por tanto debéis ser perfectos como vuestro Padre celeste es perfecto” (Mt 5,48)Pero para realizar ese deseo del Maestro exige de nuestra parte humildad para reconocer “quien somos y quien es El”.

6.3. La humildad: la ‘reina’ de todas las virtudes.

Para Teresa la lógica del proceso espiritual se resume en una experiencia de amor entre Dios y el alma. Sin embargo, intrínseco a ese proceso , es necesario que la persona se disponga a renovar su interior, con implicaciones en el exterior, a partir de la práctica de las virtudes. Para la santa, el amor está fundamentado en la humildad y viceversa. “Porque no puedo yo entender cómo haya ni pueda haber humildad sin amor, ni amor sin humildad, ni es posible estar estas dos virtudes sin gran desasimiento de todo lo criado” (C 16,2).

Así vemos como Teresa destaca esas virtudes. No es por acaso que ella dice que la humildad y desasimiento “andan,… siempre juntas, son dos hermanas inseparables” (C 10,3). Exigencia, pasaporte, luz en el camino, la humildad es la virtud que conquistará al Señor[15] y le hará rendirse al alma.

Según Teresa “… la verdadera humildad está mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos, y siempre hallarse indignos de llamarse su siervos” (C 17,6). Al escribir así, tal vez tenga en mente el consejo del Señor: “Así también vosotros cuando hayáis cumplido todas las ordenes, decid: siervos inútiles somos, hicimos lo que teníamos que hacer” (Lc 17,10). Cumplir ese precepto exige humildad.

En el fondo, la humildad también implica en dejar al Maestro obrar en nosotros, lo que exige mucha coraje y un fuerte propósito, pues acogerlo exigirá ensanchar nuestro corazón para tener su presencia y la presencia del hermano. Teresa nos aconseja: “Dejad hacer al Señor de la casa. Sabio es, poderoso es, entiende lo que conviene y lo que le conviene a El también” (C 17,7).

No obstante la santa advierte que es necesario vencer las tentaciones y tener cuidado con la soberbia, es decir, pensar que ya tenemos las virtudes o que seamos humildes: “… aunque os parezca la tenéis, temáis que os engañáis. Porque el verdadero humilde siempre anda dudoso en virtudes propias, y muy ordinariamente le parece más ciertas y de más valor las que ve en sus prójimos” (C 38,9).

Siendo la humildad un criterio, tal vez uno de los más importantes para la vida espiritual, esa virtud está presente en toda la obra de Teresa. Ella siempre se refiere a ella y a las otras virtudes. Se comprende por eso que este tema sea querido para ella y determinante en el camino trazado por ella. Por eso aquí debemos estar atentos, “Porque no va libre la vista; ciéganos el polvo como vamos caminando. Acá llévanos el Señor al fin de la jornada sin entender cómo” (C 19,7).

Que nosotros podamos acoger y practicar el consejo que Teresa nos da: “Andar alegres sirviendo en lo que les mandan, como he dicho, y si es de veras esta humildad, bienaventurada tal sierva de vida activa, que no murmurará sino de sí” (C 18,5). Que así como Teresa podamos coger los frutos prometidos por el Señor y saborearlos con la seguridad de que un día estaremos todos juntos en la casa del Padre “cantando eternamente las misericordias del Señor”[16].

7. Consideraciones finales: Caminemos!

Ponerse a camino en “el Camino de Teresa” es la exigencia y la consecuencia inmediata de aquel y de aquella que abraza la vocación carmelitana descalza. Ese camino no es otro sino el del propio Cristo. Es un convite que ella nos hace y continuará haciendo a todos aquellos que se aproximan de su carisma, de sus escritos y, sobre todo, aquellos que desean ser amigos íntimos del Señor.

Su voz maternal, la misma voz que aconsejó y avisó a las monjas que con ella convivieron, venció la barrera del tiempo y como la brisa que encuentra nuestro rostro por la mañana de un día de primavera, esa voz encuentra hoy nuestros oídos y baja a nuestro corazón. Es un convite actual, pues ser amigo de Dios es la vocación primordial del ser humano, está en nuestro ser, en el centro de nuestra vida creados por Dios a su Imagen y semejanza[17].

Teresa nos enseña que la “Oración, epifanía de Dios, revelación de Dios. Y también del hombre. Con papeles bien definidos: Cristo, Maestro; hombre, discípulo” (HERRAIZ, 1981, p. 85). Es reconocerse en el Señor, en su humanidad perfecta. Es por El, con El y en El que entramos en el corazón del Padre, para allí ser abrasados por el más puro amor.

Leer, releer, estudia el Camino de Perfección es al mismo tiempo conocer el proyecto y el convite de Teresa y alimentar el deseo de caminar y continuar caminando. Es dejar la pereza, el miedo, el desánimo, las tristezas de lado y seguir adelante.

Teresa deseaba que todas las monjas de su tiempo tuviesen acceso y pudiesen leer el Camino, “sus avisos y consejos”, para que conocieran mejor el por qué estaban allí y cuáles eran las implicaciones en la vida que escogieron. Hoy la Orden nos llama a debruzarnos sobre los escritos de Teresa. Momento singular en la historia, donde los frailes, monjas, y nosotros laicos volvamos nuestra mirada y atención para los escritos de Teresa. Momento de conocer y asumir con más ardor nuestra vocación delante de la humanidad que es y está sedienta de Dios.

Sus avisos y consejos son actuales. Reflejo de su mente abierta, de vanguardia, de su amor incondicional al Señor y a su Iglesia, sus hermanos. Cabe a nosotros que somos “inquietos y andarillos”, -inquietos porque estamos siempre procurando al Señor y andarillos porque estamos siempre caminando de un lado para otro, aunque muchas veces caemos – a nuestro ver esas son las mejores denominaciones para el estado laical, contribuir con nuestro proyecto donde quiera que estemos.

Entonces hermanos:

Caminemos!

Sin mira a atrás.

Con las manos firmes en el arado,

Pues el terreno es extenso y el tiempo apremia.

Caminemos!

Sin miedo.

Con amor y temor,

Con los ojos fijos en el Señor.

Caminemos!

Con esperanza.

Como niños que nunca se cansan.

Caminemos!

Con libertad.

Sin olvidar la amistad,

Que es la más pura igualdad.

Caminemos!

Con desasimiento y humildad,

Virtudes que vienen de la Amistad.

Es de lo que precisa la humanidad.

Caminemos!

Con determinación,

Escuchando la voz que viene del corazón.

Caminemos!

En la Oración,

En el Camino de Perfección.

Tradução: Fray Francisco Xavier Yudego,ocd

8. Referencias Bibliográficas

ALVAREZ, T. In: SCIADINI, P. (org.). Dicionário de Santa Teresa de Jesus. São Paulo: LTR, 2009.

BÍBLIA. Português. Bíblia de Jerusalém. São Paulo: 2000.

Catecismo da Igreja Católica. 9. ed. Rio de Janeiro: Vozes, 1997.

GRIMANI, S. A analogia a serviço da vida espiritual nas obras de Santa Teresa. Rio de Janeiro: Letra Capital, 2008.

HERRAIZ, M. A Oração, experiência libertadora. São Paulo: Loyola, 1993.

___________ Introduccion a Camino de Perfeccion de Teresa de Jesus. Valencia: Bernés, 1981.

TERESA DE JESUS. Obras Completas. São Paulo: Loyola, 1995.



[1] El autor ES miembro de La Comunidad Santa Faz de La OCDS de Tremembé - SP

[2] Para mejor entender sobre eso, ver La introducción AL Camino de Perfección que se encontra em lãs obras completas, Loyola,1995, p. 296

[3] El Escorial ES um grande complejo formado por palácio, biblioteca, museo y monastério. Fue construído a pedido de Felipe II. Las obras iniciaron en 1563 y fue concluida en 1584. Está localizado en San Lorenzo del Escorial, municipio situado a 45 km al Noroeste de Madrid.

[4] Cf. los capítulos 32-36

[5] Cf.Camino de Perfección 24,1

[6] Cf. Vida

[7] Cf. Camino de Perfección 23,2

[8] Cf. Camino de Perfección 25,4

[9] Cf. Jn 13,34

[10] Cf. Camino de Perfección 6,5.

[11] Cf. Lc 15,20

[12] Cf. Camino de Perfección 7,2 y nota 3. 1995, p. 322

[13] Cf. Catecismo de La Iglesia Católica, 31 y 36

[14] Cf. Camino de Perfección 15,7

[15] Cf. Camino de Perfección 16,2

[16] Cf Vida 14, 10-11

[17] Cg Gn 1, 26-31

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