sábado, 28 de julho de 2012

Congreso Internacional de las Misiones Carmelitanas - Dámaso Zuazua, ocd,


Las gracias y bendiciones de un año singular:
1911, año de promesas y realidades para
el Carmelo Latinoamericano
        

                                                                                             Dámaso Zuazua, ocd,
                                                                                                                zuazuaocd@gmail.com

“La historia no es otra cosa que una constante interrogación a los tiempos pasados en nombre de los problemas y curiosidades –e incluso las inquietudes y angustias- del presente que nos rodea y nos asedia”.
F.      Blaudel[1]

Del 12 al 15 de julio se ha celebrado en la archidiócesis de Palmas el Tercer Congreso Misional del Brasil (3CMN). Su leit motif o inspiración general ha sido: “Come el Padre me ha enviado, así os envío yo” (Jn 20, 21). Y su tema central se enunciaba así: “Discípulo misionero: del Brasil a un mundo secularizado y multicultural, a la luz del Vaticano II”. Son consignas oportunas para la reflexión que tenemos nosotros aquí en estos días.
Nuestro Congreso Misional Carmelitano toma el relevo cronológico. Un escritor de este continente, el peruano Víctor Andrés Belaunde, define  la patria como el amor por las tumbas y las cunas[2]. Pero del trayecto de la cuna a la tumba permanecen siempre los hechos, el recuerdo revitalizador, el símbolo, el paradigma: toda una herencia a rememorar, a investigar para que la historia siga siendo “maestra de la vida y testigo de los tiempos”, según la definición ciceroniana[3].

I)                    Los preliminares del año emblemático.-
1911: este año estrella para el desarrollo del Carmelo Latinoamericano no llegó simplemente porque la hoja del calendario colocó al mundo en el 1 de enero, que en esa fecha fue domingo. Para la historia del Carmelo Latinoamericano fue un año que se manifestó como fruto de unas raíces. En el hemisferio norte, en Méjico, los principios remotos de un Carmelo americano, fundado por el carismático P. Gracián, arrancaron  en 1585[4], a tres años de la muerte de la Madre Teresa de Jesús y en vida de Fray Juan de la Cruz.
A título altamente histórico-cultural y como manifestación singular de esta primera presencia mencionemos la participación de tres Carmelitas de Méjico en la expedición de Sebastián el Vizcaíno en la exploración de las costas de California (1602-1603). El condensado de su histórica gesta viene descrito así: “157 años antes de  que los Franciscanos fundaran su primera Misión en California y 80 años antes del desembarco de los Frailes Peregrinos en Mayflower en New Plymouth, Massachusetts, en 1602 tres Carmelitas Descalzos fueron capellanes de la Expedición del Vizcaíno en la navegación y exploración de la costa de California”[5].
Eran los Padres Antonio de la Ascensión, Andrés de la Asunción y Tomás de Aquino. Al primero se le deben los seis relatos de esta pequeña epopeya, con un fuerte valor cartográfico, náutico, geográfico e histórico. La historia lo recuerda como “cosmógrafo y cronista”. La primera misa en la costa oeste de los Estados Unidos la celebraron estos Carmelitas el 12 de noviembre de 1602[6].
Tres años después de la implantación del Carmelo en el Virreinato de Nueva España o Méjico otro Virreinato, el de Perú, comenzó en 1588 a mostrar un interés preferencial para obtener fundaciones de Carmelitas. La tentativa insistente perduró sin éxito hasta 1608[7]. Hubo otra iniciativa de apertura prometedora con el P. Martín de la Cruz, religioso aragonés de la Provincia de Méjico. En 1685 estaba en el actual territorio de Colombia prospectando fundaciones carmelitanas. De hecho, una expedición de frailes desembarcó en el puerto de Santa Elena, en las cercanías de Guayaquil. A la fundación de Latacunga (Ecuador) en 1689 siguieron las casas de Quito, Lima y Popayán (Colombia) en 1690. Una segunda expedición de siete Carmelitas había embarcado en Cádiz para tomar tierra en Cartagena (julio de 1688) para engrosar estas fundaciones. Pero el arranque prometedor tuvo efímera duración de diez y seis años, porque terminó en 1705. Se truncó el deseo del General Juan de la Concepción (Escallar) de “dilatar la Reforma de Santa Teresa” en la América Meridional[8].

Tras casi tres siglos de floración y de expansión, a principios del s. XX la sola presencia carmelitana en México se retorcía en unas difíciles circunstancias de supervivencia[9].
Raíces más cercanas, raíces más activadoras tenía el Carmelo Latinoamericano desde su implantación en la caribeña Isla de Cuba en 1880 con los Carmelitas españoles de la Provincia de Navarra como «Misioneros de Ultramar»[10]. Así se cumplía la condición que el gobierno español impuso a la Orden para su restauración en la península. El Oficio Real del ministerio lleva la fecha del 7 de mayo de 1868[11].
Otro entronque más inmediato tuvo todavía el Carmelo latinoamericano con las fundaciones de Chile y Argentina en 1900. Con esta realidad valiente e innovadora el s. XX se abrió en el hemisferio sur de América a un futuro esperanzador de expansión carmelitana[12].
Es pertinente la fina observación de Julio Félix Barco: “Mucho habían cambiado las cosas en el Carmelo español de un siglo a esta parte. Suprimida la Congregación Española en el territorio nacional y en todas sus posesiones, como todas las demás Órdenes Religiosas por el decretazo de Mendizábal en 1834, […] por ese cambio de mentalidad y para prevenirse de una nueva supresión, que siempre estaba amenazante, el Carmelo restaurado en España en 1868 se abrió pronto a perspectivas misioneras, y los Carmelitas descalzos españoles se lanzaron hacia Oriente, a la India, y hacia el Occidente, a América, donde su presencia había sido insignificante”[13].
Esta apertura significativa fue en gran parte mérito del tesonero y clarividente Provincial de Navarra y futuro General de la Orden, P. Ezequiel de Sagrado Corazón (1862-1937)[14]. De él se ha escrito: “Había reactivado el envío de misioneros a la India. Pero las mismas razones que expuso en el antes mencionado escrito al Definitorio General le obligaron a orientar hacia el hemisferio americano la capacidad misionera de la Provincia. Eran éstas: la necesidad apremiante del pueblo americano, la ventaja del conocimiento de la lengua y de las costumbres, la exención de quintas, el título mismo de Misioneros de Ultramar que figuraba en el membrete de las casas y justificaba oficialmente la existencia de la Orden en España”[15].

I. 1)   1900: Se intenta en el Perú y se consigue en Chile.-
En 1898 el P. Ezequiel envió a los dos primeros exploradores de posibles fundaciones carmelitanas en América del Sur. Eran los Padres Ernesto de Jesús (Batut) y Epifanio de la Purificación (Gómez Alonso). Su primer destino era Perú, porque las Carmelitas de Ayacucho, Arequipa y Cuzco solicitaban con  insistencia la implantación de los Carmelitas en esa república andina. Pero los exploradores salieron pronto sin haber logrado un asentamiento. En lugar de regresar a la madre patria, tentaron la aventura fundacional en Chile. Aquí creyeron encontrar terreno más abonado. En 1889 había seis religiosos más en Santiago de Chile. La intención del Provincial era misionera, la de enviar “celosos misioneros que fueran por el interior a conquistar almas o establecer escuelas …”
A nombre del Provincial y en funciones de visitador algo más tarde llegó a Chile Fr. Valentín de la Asunción (Zubizarreta) También éste entendió y apoyó la implantación carmelitana en clave misional. “En ninguna parte –escribe- pueden ejercer mejor misión que aquí nuestros religiosos que se sientan con vocación para las misiones”[16]. Pero la misión de Temuco en la Araucanía no cuajó. La fundación de la  capital chilena se realizó el 8 de abril de 1900. “En esta diócesis [de Santiago] –escribe el P. Valentín en otra carta- tenemos todas las misiones que queramos. El arzobispado está dispuesto a encargarnos desde luego, si queremos, 12 o más tareas de misiones en otros pueblos”. Por afortunada coincidencia esta implantación coincidió con el año de nacimiento de la futura santa chilena, la carmelita Teresa de Los Andes (1900-1920)[17].
Al año siguió, el 22 de mayo del 1901, se abrió Valparaíso. Entre tanto llegó el siguiente visitador, P. Atanasio del Sagrado Corazón de Jesús (Aguinagalde). A nombre del Provincial, siguió de cerca la primera expansión de la Orden en Chile, consiguiendo el 29 de enero de 1903[18] una nueva fundación en Valdivia. Chillán y Viña del Mar se fundaron entre 1904 y 1905. El Carmelo chileno continuó consolidándose[19].
El período de la implantación carmelitana en Chile, finales del s. XIX y principios del XX, coincidió con una “decadencia de la religiosidad” en el país. Un historiador se lamenta: “Tanto en Santiago como en las demás diócesis la fe religiosa y el espíritu católico decayeron visiblemente …”[20] Razón de más para que nuestros Carmelitas se involucraran en la urgencia misionera del momento en los país a donde llegaron. La llegada de los Carmelitas en esa fecha a Chile con manifiesta satisfacción del episcopado viene descrita por una historiadora actual “como una forma de contrarrestar la laicización de la sociedad” que habían provocado las “leyes laicas” del gobierno de Domingo Santa María (1824-1889)[21]. La insuficiencia del clero en América Latina ha perdurado todavía durante varias décadas del s. XX, hasta los años 1970/1980.
El compromiso americano quedó asumido como realidad provincial. En el Capítulo General de 1901 el P. Valentín de la Asunción propuso a la aprobación de los gremiales  que las circunscripciones de la India y de América enviaran un representante a los Capítulos Provinciales. Como en tantas otras ocasiones, la determinación se dejó en manos del Definitorio General. Pero ya India y América no eran periferias alejadas. Tenían su voz y voto en las deliberaciones de las Provincias europeas[22].  

I. 2)   En el mismo año 1900, también en Argentina.-
Con el comienzo del s. XX la Orden se asentó igualmente en la República Argentina[23]. Anteriormente la figura histórica del arzobispo José Antonio de San Alberto (1727-1804), obispo de Córdoba del Tucumán, nos recuerda los primeros antecedentes del Carmelo en Argentina. De 1780 a 1784 vivió acompañado de una pequeña comunidad, formada por el P. Joaquín de Santa Bárbara, Antonio de Santa Teresa y por el Hº Agustín de San José. Fue providencial este doble esfuerzo de implantación en el Cono Sur de América Latina.
También aquí, y una vez más en la historia, nuestras Hermanas Carmelitas Descalzas fueron las adelantadas que con su insistencia perseverante lograron la llegada de sus hermanos. Ya en 1659 las Carmelitas de Córdoba habían cursado una petición al General de la Congregación Española para la fundación de frailes. Las Carmelitas de Santa Teresa en Buenos Aires en 1874 y las de Salta en 1893 se habían dirigido también a nuestros Superiores con la misma solicitud.
Pero la hora de la Providencia sonaría, por fin, enseguida. El P. Honorio Badano era un Carmelita italiano de la Provincia de Génova[24]. Desde la revolución garibaldina de 1870 residía exclaustrado en Buenos Aires. En uno de sus viajes a Italia nuestras Hermanas del Carmelo de San José en la ciudad porteña le instaron a que solicitara del P. General el envío de los Carmelitas a la Argentina.
El P. Bernardino de Santa Teresa (Martini)[25] encargó el asunto en 1898 al Provincial de Castilla. El 10 de febrero de 1899 llegó de esta Provincia la comitiva de los pioneros: Padres Agapito del Sdo. Corazón y Eulogio de Santa Teresa y el Hº Justo de la Virgen del Carmen. Aunque en Buenos Aires se creó una residencia en la casa del capellán de las Carmelitas, que el 9 de abril de 1902 se convertirá en convento, la primera fundación fue la de Córdoba con fecha del 31 de diciembre de 1900.
En Bolivia hubo una efímera fundación, que comenzó en 1902 y terminó en 1905[26]. Después hay que esperar hasta 1929 para hablar de la implantación carmelitana en esa república andina por iniciativa de la nueva Provincia de Burgos.
Con estos inicios llegamos en 1905 al decreto del Definitorio General por el que se regula la dependencia jurídica de las fundaciones carmelitanas en América Latina. Con fecha 1 de julio se establece que los conventos de Cuba “omnesque in posterum  in Antillis fundandi” queden bajo la jurisdicción de la Provincia de Castilla. A la Semi-Provincia Bética, restaurada el día anterior 30 de junio, se le atribuyen los dos conventos de Argentina. Los conventos de la Semiprovincia Mexicana, ocupados por los religiosos españoles, “attento statu actuali Semi-Provinciae Mexicanae”, pasan a depender de la Provincia de Aragón-Valencia. Las comunidades de las repúblicas de Chile, Bolivia y Perú con las casas ya erigidas (sólo en Chile) o a erigir dependerán de la Provincia de Navarra. El decreto lleva la firma del General, P. Reinaldo María de San Justo, y del P. Benedicto de Jesús, tercer definidor y secretario[27].


I. 3)   La enrocada cuestión de las parroquias.-
América Latina ofrecía en aquellos tiempos para el Carmelo una perspectiva novedosa. La cuestión de las parroquias no tenía parámetros en Europa. El panorama era distinto en América. Por la gran escasez del clero local la cura parroquial era el apremio más urgente que solicitaban los obispos a los agentes de evangelización. En este caso la Orden se encontraba ante un desafío inédito. Transcribo las palabras de un historiador carmelita de Latinoamérica: “Una cuestión transcendente para la Orden fue por entonces la aceptación de las Parroquias en las nuevas fundaciones, ya que dichas entidades solo se permitían en tierras de misión, entendidas éstas en sentido estricto. El Capítulo Provincial de Navarra de 1894[28], presidido por el P. Ezequiel, ante las urgentes necesidades pastorales de Cuba, las aceptó con un gran sentido apostólico, e incluso con la presencia mínima de tres religiosos en cada una de ellas. Las actas correspondientes fueron enviadas a Roma y, aunque produjeron extrañeza, el Definitorio General las aprobó el 30 de junio con pequeñas modificaciones”[29].
El texto original de referencia, traducido del latín, es el siguiente: ”Considerando el Capítulo Provincial que nuestra existencia en España tiene su origen en el título de misioneros para Cuba y que están urgiendo su cumplimiento no sólo el Gobierno y el arzobispo de Santiago de Cuba sino también, y de forma urgente, las graves necesidades espirituales de aquella región, para estabilidad de la Provincia y adelanto en la perfección, toma la decisión de aceptar la cura de almas en la misión que allí tiene, una vez obtenida la licencia competente …”[30]  
Es un texto histórico, que enseguida tendrá su trascendencia en el ulterior desarrollo de la Orden en América del Sur. Si el Definitorio General aprobó el acta, no por eso cambió todavía de posición. Mons. Aurelio Torres, obispo Carmelita en Cuba, tras sus conversaciones en la Curia Carmelitana de Roma, escribía todavía algunos años más tarde al Provincial de Navarra: “En Roma no están muy gustosos los Definidores Generales en aceptar parroquias, porque lo consideran perjudicial al espíritu de nuestro Instituto, donde se introduciría insensiblemente la relajación”.[31] De hecho, en las “Instructiones Missionum OCD”, aprobadas por la Orden en 1904, se  lee: “Estén bien persuadidos nuestros Misioneros que nuestra Regla y nuestras Constituciones conservan toda su fuerza obligatoria en tierras de Misión”.
Con su prestigio y ponderación el P. Ezequiel logró convencer a las autoridades generales de la Orden en Roma que había llegado la hora de América Latina para el Carmelo, con sus nuevas exigencias, con nuevos planteamientos; que por tanto, había que  hacer un esfuerzo de adaptación por nuestra parte[32].
El problema de las parroquias y del catecismo a la infancia se presentaba como primera urgencia en las necesidades de la Iglesia Latino Americana. Los dos visitadores de Navarra estudiaron la cuestión a conciencia y la afrontaron con valentía. El carismático Provincial defendió la causa en Roma con prudencia y serenidad. No a todos se podían pedir ideas claras al respecto. Por eso era necesario un trabajo de prudente mentalización.
El Provincial siguiente, P. Atanasio del Sagrado Corazón de Jesús, redactó un escrito de máximo respeto a nuestros superiores de Roma. Pero en forma de súplica no ocultaba su pensamiento sobre el dilema de las parroquias, proponiendo esforzarnos por una nueva visión de la cuestión: “Acatando cual se deben las disposiciones y resoluciones de la superioridad … hubo otra [razón] que determinó mi ánimo al voto favorable. En mi humilde parecer, cuando nos establecemos en un país, para que nuestro establecimiento sea durable en ese país, necesitamos comenzar por crear intereses que aún en los días de trastornos sociales haya probabilidad de que sean respetados … En este período de revolución legal que paulatinamente se viene haciendo en todos los países, entiendo que sirve algún tanto el estar la Orden encargada de Misiones, de la asistencia religiosa a los establecimientos penales, parroquias, …”[33] 
Había que escuchar también a los misioneros mismos, a los encausados en el ambiente, cómo entendían el apremio apostólico en el que se encontraban: “Todas las Misiones que están a nuestro cargo son pueblos, y la gente vive reunida, y se llaman Misiones porque en dichos pueblos no hay parroquia constituida, o no hay bastantes católicos en un pueblo para sostener las cargas de una parroquia. Por eso se llaman Misiones. Pero con el tiempo, si trabajamos y Dios nuestro Señor nos ayuda, el número de católicos aumentará y todas estas misiones se convertirán en parroquias”[34].
Años más tarde todavía tendría que escribir el batallador pero benemérito y esforzado luchador por implantar el Carmelo en el hemisferio sur de América, P. Constancio del Sgdo. Corazón de Jesús: “Por aquí no hay más remedio que tomar parroquias; de otro modo, es casi imposible. Ya podíamos tener unas seis o siete; pero estamos perdiendo las mejores ocasiones […] La necesidad se impone”. Escribía en 1911[35].
Hay otro caso de aquellos años que ilustra también la dificultad de los Carmelitas para aceptar los cambios que los signos de los tiempos o la maduración de la Iglesia imponían. El 22 de noviembre de 1903 el Papa Pío X firmó el “motu proprio” sobre la renovación de la música sagrada en la liturgia, introduciendo el canto gregoriano[36]. No faltó en la Orden  una oposición polémica a la ordenanza papal. Pesaba mucho el que en la legislación de la Congregación Italiana no hubiera tenido lugar el canto gregoriano[37]. La Congregación Española prescribía el canto llano o “recto tono”[38]. Al margen de la legislación en España el nuevo canto litúrgico lo habían propagado los restauradores provenientes de Francia. Curiosamente para vencer los últimos obstáculos en el país cristianísimo sirvió después el ejemplo de España[39].
El Papa lo había inculcado vehementemente. “Quiero que el pueblo ore en la belleza …”, había dicho el Papa Sarto a Camille Bellai, gran especialista de la música litúrgica. Un periódico de New York escribió: “Después de mucho tiempo, ninguna disposición pontificia, ni siquiera las  más solemnes encíclicas de León XIII, nada ha entusiasmado como este documento de Pío X sobre la música sacra …”[40] Entre los Carmelitas persistió una terca oposición, se enquistó la polémica[41]. Como otras muchas veces en la historia de la vida consagrada, una vez más se repetía la constatación realista de la Madre Teresa: “Mudar costumbre es muerte”[42].
El caso concreto del canto gregoriano puede explicar el atascamiento que vivió la Orden en punto a las parroquias. “Era el conflicto legal –sentencia el historiador- que tuvieron que afrontar los carmelitas descalzos al llegar a Sudamérica: mantener la forma de apostolado propio de un régimen de cristiandad, como el de Europa, reducido al confesonario y a la predicación; o bien, aplicar el régimen contemplado en la legislación para las misiones propiamente dichas”[43]. Hizo falta visión y “parresía” evangélica para nuestro mejor servicio a la Iglesia latinoamericana. En esa hora providencial y de gracia, como fue la expansión de la Orden en América, estuvieron presentes el discernimiento y la decisión de grandes hombres de Dios. Por eso agradecemos el servicio de quienes afrontaron la cuestión con valentía y serenidad.
Son merecedores de los méritos que se han atribuido al P. Pedro Arrupe con motivo del centenario de su nacimiento: Nos enseñaron a ser “pedagógicamente creativos y evangélicamente imaginativos en situaciones de cambio”. Supieron “encontrar la presencia creadora de Dios en el fondo de las situaciones, de las personas, de los signos de los tiempos, de las culturas, de los empobrecidos de la tierra”[44].

II)                       El año 1911.-
Llegó el año memorable para la historia de la Orden, el año de gracia de 1911. Comenzó, como siempre, el 1 de enero, que en ese año fue domingo. El 1911 es el año de la valentía carmelitana, de la mayor apertura hacia Latino América, de la implantación más consistente del Carmelo en el hemisferio sur de aquel continente. Hay que valorar como único y singular en la historia de la expansión de la Orden el año en que estamos, porque se intenta establecerse simultáneamente en cuatro repúblicas y se consigue en tres: Colombia, Perú y Brasil.
1911 es el año en que Guglielmo Marconi (1874-1937) logra, por primera vez, la emisión y recepción de señales de radio a través del Atlántico. El arqueólogo norteamericano Hiram Bingham descubre (24.07) la bella ciudad inca de Machu Pichu en los Andes Peruanos. La expedición del noruego Roald Amundsen con la colaboración de cuatro personas y de 22 perros alcanza el Polo Sur. En ese año nacen el dramaturgo Thomas Williams Tennessee, el escritor argentino Ernesto Sabato, el incomparable cómico mejicano Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes, inmortalizado con el nombre de “Cantinflas”. El 31 de mayo se había procedido a la botadura del mítico “Titanic”. En ese año Jorge V fundó la ciudad de  New Delhi, que será la sede del gobierno colonial, se celebró el primer Día Internacional de la mujer, se inauguró en Roma el monumento a Víctor Manuel II de Saboya,  …
En Roma el santo Papa Pío X publicó la constitución apostólica ”Divino afflatu” sobre la importancia de los Salmos en la liturgia y en la oración. El Papa Sarto se encontraba entristecido por las manifestaciones masónicas que marcaban ese año 1911 como cincuentenario de la unidad de Italia bajo el cetro del saboya Víctor Manuel II con los recuerdos simbólicos de la Porta Pía y de las aclamaciones a Giordano Bruno. “El año que expira –pronunciaba en un discurso del consistorio del 27 de noviembre de 1911- ha sido particularmente doloroso: todo el mundo lo sabe. Para Nos ha sido particularmente doloroso. Por lo mismo, nadie Nos impedirá decir cuán grande ha sido la prueba que hemos experimentado Nos y todos los hijos devotos con que cuenta la Iglesia Católica en todas partes durante este aniversario tan celebrado, así como nadie ignora de dónde proceden estos éxitos, ataques y daños tan numerosos inferidos a los derechos de la Silla Apostólica, y que aún permanecen vivos en este día”[45]. Motivo de excepcional alegría en el ensombrecido horizonte eclesial había sido el Congreso Eucarístico Internacional, celebrado del 25 de junio al 1 julio de 1911 en Madrid: ”En verdad, no hay motivo para desesperar de la salud pública cuando Nos hemos visto inflamarse por todas partes el amor de los católicos por la Santa Eucaristía …”[46].
Para la Orden este año significó un salto numérico y cualitativo en la implantación del Carmelo en América Latina. Fue el inicio simultáneo en tres repúblicas del hemisferio sur.

II. 1)    La hora de Colombia, Perú y Brasil.-
No se podía resistir por más tiempo a la instancia prolongada que provenía de las Carmelitas de Villa de Leyva en Colombia. “Yo no sé cómo expresar a V. R. y a esa santa Comunidad –respondía el Provincial P. Atanasio- la gratitud de mi alma por sus generosos ofrecimientos, porque todo cuanto diga es poco para lo que yo siento y mucho menos para lo que VV. RR. merecen … En los primeros días del próximo mes de mayo convocaré Definitorio y trataremos el asunto de esa fundación”[47].
A los pocos días, el 10 de mayo, ya estaba embarcado en el vapor “Legazpi” rumbo a Colombia el primer plantel de los fundadores: tres Padres y un Hermano. La Crónica Carmelitana de aquel tiempo, basada en una carta del P. Abundio de la Cruz, relata incluso las peripecias de aquellos viajes (34 días de navegación) y las primeras impresiones de la nueva patria[48]. Después Colombia ha tenido su desarrollo glorioso con propia historia, bien escrita y documentada[49].
A las Carmelitas del Perú se juntaba ahora el apremio del episcopado. En una visita a Burgos y a Vitoria el obispo de Chachapoyas en la Amazonía peruana, Mons. Emilio Lisson, celebró reuniones con el Provincial de Navarra, el futuro mártir Atanasio del Sagrado Corazón de Jesús, en Vitoria. Su objetivo era recabar ayuda misional de los Carmelitas para su diócesis[50]. También Perú ha tenido su desarrollo, suficientemente historiado[51].
Aunque los intentos fueron contemporáneos, la implantación en Uruguay es ligeramente posterior. El P. Constancio del Sagrado Corazón, renunciando a su priorato de Burgos, zarpó para este país en 1910[52]. Tuvo una brillante actividad de predicador hasta con sermones que duraron “tres horas y minutos” en Montevideo[53]. Su admirable tesón consiguió la autorización escrita del obispo con fecha del 26 de octubre de 1912 “para la fundación de una Casa y Capilla en la jurisdicción del Reducto”. La primera capilla se bendijo el 15 de julio de 1913[54]. Pero la fundación con rango de erección canónica de la capital uruguaya se demoró hasta el 20 de agosto de 1916.[55]
Tras su implantación en el suelo americano, para el conocimiento histórico de la realidad carmelitana en estas repúblicas, además de los fondos archivísticos con la correspondencia, con los nombramientos, determinaciones, actuaciones, celebraciones, … interesan también las revistas  populares de los Carmelitas. Divulgaron nuestras devociones y nuestra espiritualidad. Pero anotaban también celebraciones y acontecimientos de relieve[56].

II. 2)   Connotaciones comunes.-
En todas las fundaciones de los Carmelitas en América del Sur en el siglo XX hay un transfondo común con unas connotaciones que se repiten como un cliché estereotipado en cada país. Como habían favorecido anteriormente, también en la eclosión carmelitana de 1911.
a) En primer lugar, ya hemos visto la súplica insistente de las Carmelitas Descalzas para la venida de sus hermanos a la República Argentina. El hecho se ha de repetir en Colombia y en Perú. Menos en Puebla de los Ángeles, Méjico (1604), primera fundación de Carmelitas Descalzas en suelo americano, las Carmelitas Descalzas nos han precedido casi en todas las repúblicas latinoamericanas. A Puebla de los Ángeles las Carmelitas llegaron en 1604, en el mismo año de la fundación en Francia. Un año más tarde, en 1605, fue la entrada en Bogotá, en la actual Colombia. En 1628 las encontramos en Argentina, en 1643 en Perú. En 1690 están en Chile. En 1702 se realiza la fundación en La Habana, el año 1780 en Brasil[57]
b) La devoción del pueblo amerindio a la Virgen del Carmen, que no disminuyó sino que se acrecentó con la independencia de las Américas, fue un atributo positivo que favoreció la llegada de los Carmelitas[58]. El recuerdo de la familia de la Santa Madre Teresa de Jesús en América permanecía un fuerte detonante. De las andanzas y hazañas de sus siete hermanos, cuatro primos, varios sobrinos, parientes y amigos en el continente nuevo hay alusiones y referencias conocidas en el epistolario teresiano. Hernando, el primero que emigró a las Américas, se encuentra sepultado con su inscripción tumbal en la catedral de Pasto (Colombia)[59].
c) La veneración de algunos autógrafos teresianos y reliquias de la carismática Madre Santa Teresa de Jesús fue también un motivo accidental en apariencia, pero providencial en realidad para que los Carmelitas llegaran a América. Su beatificación en 1614 y su canonización en 1622 fue motivo de celebraciones populares en varias poblaciones con justas poéticas, alarde de cohetes y solemnes funciones religiosas. En Argentina el general Pablo Guzmán, residente en Córdoba, se decía primo de Martín Guzmán y Barrientos, cuñado de Teresa de Jesús, y aseguraba haber conocido en vida a la Madre Teresa en Castellanos de la Cañada. Una nieta suya había sido curada milagrosamente por ella. En el año de la canonización de la Santa Madre (1622) hizo traer de España una imagen suya, que pasó al primer Carmelo bonaerense en 1628. La imagen ha permanecido como foco de atracción teresiana para el pueblo.  
d) Por cuanto toca a la Argentina, quedaba vigente el recuerdo del obispo carmelita español José Antonio de San Alberto (1727-1804). Recordemos que como obispo de Córdoba vivió con tres religiosos carmelitas como familiares en la casa desalojada de los Jesuitas, sirviendo de capellanes a las Carmelitas de aquella ciudad[60].

II. 3)  Un Carmelo con empuje misionero y hombres de visión ante situaciones  nuevas.-
 Ya hemos aludido anteriormente. La Orden llega a este año de 1911 con el gran impulso misionero que había recibido como fruto de la anexión de la Congregación española a la italiana por la bula “Lectissimas Christi turmas” (1875) de Pío IX[61]. La fusión o anexión tuvo como resultado un compromiso responsable en las Misiones de Malabar. Está, en primer lugar, la nueva generación con espíritu misionero que había nacido en los comienzos de la “restauración” del Carmelo en España (1868). Diez años  después, de un golpe, salió en 1878 la primera expedición de los diez primeros misioneros españoles a la India. Ya ese movimiento se hace imparable. Esto creó un ambiente y un espíritu que interpeló, mentalizó con valor de “methanoia” el Carmelo español.
Hasta ahora las Misiones dependían del centro de la Orden, y ella proveía a su abastecimiento en efectivos. Pero un decreto de la Congregación de Propaganda Fide en data del 4 de noviembre de 1908 distribuyó de la siguiente forma las Misiones propiamente declaradas como tales en la Orden: la de Siria se confió a la Provincia Romana, la de Mesopotamia a la de Aviñón, la de Quilon (India) a la de Flandes y la de Verapoly  (India) a Navarra[62]. En el decreto se señala que estas encomiendas no debían ser obstáculo para que las restantes Provincias no cooperaran en las mencionadas Misiones. Nace así un impulso explosivo, al menos en Navarra, en favor de las Misiones con multitud de vocaciones misioneras.
¿Hubo influencia de la nueva misionología que estaba naciendo en esos años en la teología católica? Creo, al contrario, que también en esta ocasión la experiencia concreta fue anterior a la reflexión directa sobre ella. La nueva misionología había nacido a finales del s. XIX, primero en la vertiente protestante con la “Evangelische Missionslehre”, escrita en 1892 por Warneck, que ocupó la primera cátedra de esa rama de la teología el año 1897 en la universidad de Halle.
 Hasta 1911 llegan los últimos fulgores del Congreso Misionero de Edimburgo (Escocia). De este encuentro nacieron el Movimiento Ecuménico y la “International Review of Missions”. Es la fecha del nacimiento de la moderna Misionología católica. En ese mismo año, como fruto del Congreso Católico de Breslau, se crea el “Instituto Internacional para la Investigación Científica de las Misiones” en la universidad de Münster[63] por obra del alsaciano J. Schmidlin (1876-1944), con la revista “Zeitschrift für Missionswissenschaft[64]. Entre tanto el P. Robert Streit, OMI (1876-1930) se consagra a la monumental “Bibliotheca Missionum”.
Pero esa enseñanza académica tardó tiempo en traducirse en acción pastoral concreta. El “Handbuch der katholischen Missionslehre”, de B. Arens (1920) es ya más tardío. Recordemos que el primer manual de Misionología en España es el de P. De Mondreganes-De Escalante[65]. Aunque sea de 1932, reproduce la mentalidad al respecto en España, que permaneció invariable desde principios del siglo, incluso después de la encíclica misional “Maximum illud” de Benedicto XV en 1919.
Más influencia pudo tener en la Orden como impulso misional, al menos colateral, la beatificación de Dionisio y Redento el 10 de junio de 1900. El recuerdo, ahora glorificado, de los protomártires de las Misiones Carmelitanas en 1638, sí pudo ser una ocasión para acrecentar la conciencia misional del Carmelo. La Orden tenía también ya su experiencia misional en cuatro repúblicas de América Latina: México, Cuba, Chile y Argentina. De hecho sabemos que poco tiempo después, en 1914, el número de los carmelitas de Navarra en tierras de Misión ascendía a 33 misioneros.
¿Hubo algún acontecimiento de nota para la vida del Carmelo en el mundo en ese año 1911? Podríamos señalar la edición del nuevo breviario y diurnal, que el Definitorio General encargó a la editorial Dessain para adaptarse a las determinaciones de la constitución apostólica “Divino afflatu“ de Pío X en data del 1 de noviembre de 1911[66]. ¿Algún hecho particular del Carmelo metropolitano en ese tiempo? La historia no lo ha anotado. Sin referencia a nuestro tema, podríamos aludir a la polémica airada en torno al injustamente combatido historiador general, el suizo P. Benedicto María de la Cruz Zimmermann (1859-1937)[67]. El tema se debatía ardorosamente en la Orden desde el Capítulo General de 1907. No  amainó el debate ni con la intermediación del P. General nombrando un nuevo historiador en la persona del P. Silverio de Santa Teresa[68].

II. 4)   El carismático P. Ezequiel del Sagrado Corazón (Bilbao Imaz).-
En 1911 era General de la Orden el P. Ezequiel del Sagrado Corazón de Jesús. Lo hemos conocido como Provincial de Navarra. Lo será más tarde otras tres veces más. Fue el valiente impulsor de la implantación del Carmelo en América Latina a finales del s. XIX y principios del s. XX. Era General desde  la elección del 20 de abril de 1907. Había llegado a la dirección general de la Orden con la experiencia de los seis años precedentes como definidor general e incluso el último año como vicario general, porque el 6 de diciembre de 1906 el P. Reinaldo María de San Justo (Rousset) había sido preconizado obispo de Bagnoreggio.
Como muestra de su sensibilidad misional recordemos el hecho de que en el definitorio extraordinario que presidió en Burgos, el 26 de agosto de 1909 propuso a los superiores de Navarra que la casa de observancia de Ernakulam en la Misión de Verapoly se adaptara para noviciado de las vocaciones nativas de la India[69]. Es un avance muy significativo que comienza a romper el eurocentrismo religioso y misional que, con salvadas excepciones, consideraba todas las vocaciones de países de Misiones todavía como ineptas para la vida religiosa y el sacerdocio. La cuestión tendrá su repercusión en América Latina[70].
Anteriormente el P. Ezequiel había promovido con insistencia lo que hoy llamamos la promoción o pastoral vocacional para aquellos tiempos, recomendando la apertura de los colegios preparatorios[71]. Se preocupó de elaborar unas “Instrucciones del Colegio Preparatorio (Régimen y Reglamento”), publicadas para Villafranca de Navarra el año 1909 en Burgos. Ya como definidor general redactó personalmente en 1904 las “Instructiones Missionum OCD” que el Definitorio las hizo suyas[72]. Durante su generalato se publicaron nuevas Instrucciones Misionales para la Orden[73]. Están aprobadas el 27 de enero de 1913[74]. En el segundo número describen lo que llamaríamos el alcance de la Misión: “Los nuevos grupos de cristianos que se constituyen o comienzan en tierras de infieles, de heréticos y de cismáticos o que tienen un estado de transición reciben el nombre de Misiones apostólicas; su cuidado está encomendado por los Sumos Pontífices a los ministros, que se honran con el nombre de Misioneros apostólicos …”[75] Con todo, costó tiempo para que la Orden evolucionara hacia una idea de la Misión menos reduccionista.
En cualquier caso, tenemos algunos índices apreciativos para conocer la mente del superior general en la comprensión de la problemática de América Latina en los días de nuestra historia. La apreciación general de su gobierno era que el General “ha dado impulso a las misiones, ha extendido la Orden”[76].


III)                     Brasil,  tierra  de  promisión  carmelitana.-

Focalicemos la mirada sobre esta “Tierra de Santa Cruz” o “Tierra del Brasil”, como se la denominó en el año de su “descubrimiento” por Pedro Alvares Cabral, el 22 de abril de 1500.
Si queremos evocar los antecedentes teresianos en Brasil tendremos que recordar un hecho sucedido en vida de la propia Madre Teresa de Jesús. El 15 de julio de 1570 tuvo lugar junto a la isla de La Palma en las Canarias el martirio de los cuarenta  jesuitas, que se dirigían como misioneros al Brasil. Murieron a manos del calvinista  Jacques Soria, que tiró los cuerpos al mar. Uno de ellos, el novicio Francisco Pérez de Godoy, era pariente de Teresa de Cepeda[77]. Antes de que en la península se tuviera la primera información la Madre los vio subir al cielo con coronas de mártires. Comunicó la noticia al confesor del momento, P. Baltasar Álvarez[78].

III. 1)  El Carmelo colonial, dependiente de Portugal.-
 El reino de Portugal estuvo primero bajo la Provincia de San Felipe de Andalucía la Baja (1588)[79]. En 1612 se convirtió en Provincia autóctona[80], para ascender en 1773 a la tercera Congregación del Carmelo Teresiano bajo el patrocinio de la Virgen del Carmen[81]. Sobre las fronteras geográficas de la metrópoli sus territorios de expansión eran Extremadura en España, donde nunca fundaron, y los territorios de misión de Angola y Brasil. Así Brasil tuvo su propia trayectoria carmelitana, siempre independiente de España.
Surgió la primera fundación por la necesidad u oportunidad que sentían  los Carmelitas de Luanda en Angola (1659). Por extraño que parezca, la navegación de África a Europa, aprovechando los vientos y las corrientes marinas, pasaba a veces de un extremo al otro del Océano Atlántico, llegando a las costas del actual Brasil. Conocemos el viaje épico de António Manuel ne Vunda “Nigrita”, embajador del rey del Congo ante la corte pontificia de Clemente VIII, que ya en 1606 había derivado por ese prolongado trayecto[82].
Llegados de Portugal el 14 de octubre de 1665 a la ciudad de Salvador de Bahía, los Carmelitas “Teresios” fundaron con real cédula del rey de Portugal don Alfonso VI el 25 de julio de ese mismo año. En 1686 el rey autorizó una segunda fundación en Olinda, a la que siguió Recife en 1698. Hubo un compás de espera para la fundación en Río de Janeiro, que tras repetidos intentos se logró en 1714. Con la autorización de Propaganda Fide la Congregación italiana por su parte tentó aquí sin lograr su primera implantación en América.
Por la orientación del trabajo pastoral “estas fundaciones –escribe Redento de la Eucaristía- tenían una finalidad eminentemente misionera, no sólo por el trabajo realizado, sino también por el hecho de que la Congregación portuguesa había ordenado una vicaría en estas fundaciones del Brasil, las cuales anexaron las dos Misiones de Angola”. Todavía añade esta precisión: “Desde el año 1701 fue dada a nuestros Padres la administración de todas las Misiones de los “sertoes” del río San Francisco, once la totalidad, perteneciendo cuatro al Arzobispado de Bahía y siete al Obispado de Olinda … Las siete misiones pertenecientes al Obispado de Olinda estaban situadas en las islas de Irapuá do Cavalo, Aracapá, Varzes, Açará, São Pedro y Mambú” [83].
De este período de la presencia carmelitana en Brasil contamos con el nombre  de Faustino de San Alberto, portugués, que fue primer capellán de Porto Alegre en 1753. Recordamos también a un arzobispo y a dos obispos: Luis de Santa Teresa, séptimo obispo de Olinda, Juan de la Cruz, quinto obispo de Río de Janeiro en 1741 y Manuel de Santa Inés, 17º obispo y 9º arzobispo de Bahía. José del Niño Jesús fue preconizado obispo de San Luis de Maranhao en 1780. Pero no llegó a tomar posesión de su sede. Los cuatro eran religiosos portugueses. El Carmelo de la época colonial feneció en Brasil con los avatares de la independencia el 2 de julio de 1840[84].   

III. 2)  Arranque  carismático.-
Brasil, la república más extensa de América Latina con sus 8. 511.965 km. cuadrados vive ya una ola fuerte de emigración española, que se incrementará al final de la primera guerra mundial con alemanes, húngaros, eslavos, con emigrantes  procedentes de Oriente Medio y del Japón. La presencia indígena en el Brasil de 1911 se manifiesta en la zona rural. La población negra se concentra en el noroeste. Los núcleos de mayor densidad humana los encontramos en el litoral y en sus proximidades. Las zonas menos pobladas se cuentan en la Amazonía y en el Brasil central y occidental.
La Iglesia de América Latina de 1911, en Brasil como en otras partes, era una Iglesia emancipada. Pero al mismo tiempo era muy pobre en efectivos sacerdotales. Esta carencia la tenía que subsanar con la asistencia europea, ya antes de la encíclica “Fidei donum” (1958). Era una Iglesia con jerarquía nacional, pero Iglesia en estado de misión.
Al comienzo del s. XX, en el momento del movimiento carmelitano en América del Sur, Brasil estaba desprovista de presencia carmelitana. Tuvo que esperar los acontecimientos de gracia del año 1911. Sus principios nos son conocidos. Se hicieron sin referencia al pasado carmelitano en la nación.
La Provincia carmelitana encargada de la implantación de la Orden en Brasil fue la de Navarra y continuó siéndolo hasta la desmembración de la nueva Provincia de Burgos en 1927. En 1911 era superior provincial el P. Atanasio del Sagrado Corazón (Aguinagalde) (1870-1936), martirizado durante la revolución marxista en Santander, donde estaba esperando el buque que lo llevara a las Américas para girar la visita pastoral. Ya antes, en 1901, había sido visitador de Chile y Uruguay. Tenía su conocimiento de Latinoamérica, a donde había enviado a varios misioneros de la Provincia y había participado directamente en la fundación de algún convento en Chile.
Permanece histórica la determinación del Definitorio Provincial de Navarra, celebrado el 18 de octubre de 1910 en Corella. Tras establecer que se acepten parroquias en Chile, como tercera determinación se conceden facultades al P. Silverio de Santa Teresa, cuarto definidor provincial, para que por carta se dirija a las Carmelitas Descalzas de Brasil en vistas de fundar alguno o varios conventos en esta república americana[85].
En los días de nuestra historia es la primera vez que aparece Brasil en la mente de la Orden con un proyecto de mirar la posibilidad de abrir una presencia carmelitana. En el Definitorio siguiente, celebrado en Amorebieta el 4 de mayo de 1911, el Provincial P. Atanasio Aguinagalde pudo informar que se habían aceptado “ad experimentum” las fundaciones de São Borja y Uruguayana. Por la urgencia con que hubo que proceder, se aceptaron antes de que llegara el rescripto pontificio de erección.
El año anterior de la llegada de los Carmelitas, en 1910, la diócesis de San Pedro de Río Grande do Sul se convertía en arzobispado con sede en la ciudad de Porto Alegre. Las diócesis sufragáneas eran Santa María, Pelotas y Uruguayana. La situación eclesial viene descrita con tintes sombríos, como de auténtica zona misional: “Al llegar los Carmelitas españoles al Brasil –escribe el P. Redento de la Eucaristía-, la religión pasaba por una seria crisis. Más exactamente, debemos decir que la religión en el Brasil estaba en crisis, particularmente, en la zona del Sul. Tenían ante sí un campo de acción de lo más difícil y complicado que se puede suponer, entreverado de los más peregrinos contrastes”. Y enumera las antinomias: exagerado sentimiento religioso con indiferencia y abandono “casi absoluto” de la práctica religiosa, poquísima frecuencia de los sacramentos … “ Una religión sin vida y de fachada –añade- en las clases dirigentes, y llena de supersticiones y escandalosas adulteraciones en la masa popular … El clero era producto de su época”[86].
No se había despertado todavía el sentido responsable de las Comunidades Eclesiales de Base. Ni había irrumpido el empuje de la Teología de la Liberación con la atención preferencial por los pobres, como primeros destinatarios del Reino.
El P. Constancio del Sagrado Corazón de Jesús, inquieto por no lograr una fundación en Uruguay, realizó algunas exploraciones para fundar en Brasil. “Si voy a Montevideo –escribía el Padre al General, P. Ezequiel-, no se extrañe V. R., si allí no encuentro hospedaje, me meta más adentro” Y añadía en postdata: “¿No podría VR darme una licencia general para fundar en cualquier parte o cosa semejante? Haga alguna hombrada de las que acostumbra, que V. R. ya puede” [87]. Por fin, Mons. Claudio Gonzçalves, obispo de Porto Alegre, concedió licencia el 11 de abril de 1911 para proceder a una fundación en Uruguayana.
La entrada de los Carmelitas en Brasil parece bendecida  enseguida con los mejores presagios. Escribe uno de los protagonistas: “En Diciembre pasado [1910] enviaron nuestros superiores una expedición [de religiosos] al Uruguay y al Brasil ... Nada se ha hecho hasta el presente en la primera de dichas Repúblicas, en la que reina el anarquismo más despótico que se conoce. Pero en la segunda, ¡bendito sea Dios!, qué vasto campo tiene el obrero apostólico donde desplegar su celo. En el Brasil, no una sino centenares de puertas tienen abiertas para entrar estos misioneros evangélicos y sembrar en él la buena semilla del Evangelio”[88].
En abril del mismo año el obispo de Río Grande do Sul entregó a los Carmelitas la casa de São Borja. Siguió la parroquia de Alegrete, tras la firma del contrato entre el obispo Gonçalves y el P. Constancio. No se hizo esperar la descripción optimista de las “dos parroquias en el estado de Río Grande do Sul. La extensión de la parroquia de Alegrete, en la que actualmente estoy, tiene de Norte a Sur treinta y dos leguas brasileñas, de seis kilómetros cada una, y de Este a Oeste dieciocho, o sea una superficie de más de tres mil quinientos kilómetros cuadrados. En estos dilatados campos tiene como veinte mil almas, además de las doce mil que tiene en el pueblo”. Termina la carta: “Tales han sido nuestros comienzos en esta dilatada República[89].
La “Crónica Carmelitana” refiere de otras travesías oceánicas con personal para el Brasil. Es el caso de  los Padre Julián de San José y Manuel de la Madre de Dios, con los Hermanos Lorenzo de San Martín y Nicolás de la Virgen del Carmen, destinados a San Borja[90].
La correspondencia y los relatos se manifiestas siempre optimistas: “Han entrado en Uruguayana, ciudad de Brasil, los hijos de la Santísima Virgen del Monte Carmelo y el día 7 del corriente mes de mayo de 1911 tomaron posesión de la Capilla de Nuestra Señora del Puerto …”[91] Otra nota del mismo año 1911 refiere la solemnidad con que se celebró la fiesta de la Virgen del Carmen[92]. Antes de un año tienen la suerte de contar con una imagen de la Virgen del Carmen, obsequio de la bienhechora Annita Ribeiro de Menna Barreto. Fue tallada en los talleres de Juan B. Manjó en Barcelona. Se organizó toda una ceremonia solemne para su bendición. De la estatua escribe el cronista que  “su actitud es tan devota, que solo mirarla recoge el corazón” [93].
El Provincial, P. Atanasio, podía informar al General, P. Ezequiel: “Hace tres días se habrán embarcado en Barcelona los PP. Serafín y Paulino, a quienes destino a la ciudad de Uruguayana para donde ha pedido dos Padres el Sr. Arzobispo de Porto Alegre. Al pronto, aquí como en otras partes, tendrán que entrar como capellanes, párrocos o como puedan, si quiera sea en forma algo irregular o ilegal. Una vez que nos hayamos metido veremos de legalizar la situación …”[94] El talante de nuestros pioneros correspondía al espíritu que el Señor recomendó a la M. Teresa de Jesús en su fundación de San José: “Ya te he dicho que entres como pudieres” (V 33, 12).
Meses más tarde continuaba el Provincial informando al General: “Las fundaciones aceptadas provisionalmente o ‘ad experimentum’ en el Brasil son tres hasta el presente: la de Uruguayana, la de San Borja y la de Alegrete. En Uruguayana tenemos licencia in scriptis del Arzobispo para fundar una capilla cedida, …” Y continúa informando sobre la situación de las casas y del personal en concreto[95]. No faltaron incidentes –como suceden frecuentemente en los comienzos- para levantar la fundación de San Borja y crear otra nueva comunidad en Pelotas. Pero tres fundaciones en el año inicial en un país representan un récord de excepción, fruto de gracia sobreabundante.
Las vocaciones nativas al Carmelo tardaron en llegar o en ser recibidas. La primera fue el Hº José María do Menino Jesús (Livio Cabruna). Había nacido en Tortona el 2 de agosto de 1899, y profesó el 16 de julio de 1934. Abandonó la Orden en 1953. Le sigue el Hº António María de São José (António Oswaldo Soler Kuntz), que nació en Río Grande el 4 de septiembre de 1911 y profesó el 25 de marzo de 1935. Falleció el 31 de julio de 1995 en Porto Alegre.
A los cincuenta años de la epopeya de 1911 el historiador podía escribir con razón: “Los presentes debemos testimoniar que [los pioneros] trabajaron con un espíritu y sentido verdaderamente teresiano, por su afán apostólico, su capacidad de trabajo  y sacrificio, su desinterés y entrega. Es un testimonio que nos pide la historia. Al mismo tiempo haremos ver que en ese espíritu estará siempre nuestra ruta”[96].

III. 3)   La vertiente italiana de la fundación carmelitana  en  Brasil.-
Desde el comienzo se vio y se creyó en las posibilidades de gran expansión carmelitana en Brasil. En el año 1910 el obispo de Pouso Alegre, Mons. António Augusto de Asís, se encontraba en Roma. Hizo intervenir al cardenal Gaetano Lai, protector de la Orden, para que los Carmelitas aceptaran dos parroquias en su diócesis. Era Provincial el P. Rodrigo de San Francisco de Paula (Santacroce).
En fecha del 23 de mayo de 1910 el definitorio de la Provincia Romana debatió la posibilidad de asumir tres fundaciones que ofrecían tres obispos brasileños.  El 10 de diciembre de 1910 fueron aceptadas[97]. El 11 de marzo de 1911 el Definitorio General con el P. Ezequiel del Sagrado Corazón como Prepósito General, entusiasta propagador del Carmelo en América Latina, ratificó la aprobación de la Orden. Contemporáneamente a la implantación de Navarra, la Provincia de  Roma por parte italiana abrió canónicamente en este mismo año de 1911 las fundaciones de Côrrego, Cambuy y Capivary do Paraiso. Tres Padres y un Hermano habían llegado ya a Côrrego en abril. Poco más tarde llegó otra expedición de cuatro Padres y un Hermano. La primera vocación carmelitana del Brasil para el Carmelo Romano fue la de António Moreira de Queiroz, P. Gerardo de Santa Teresita[98].
A falta de otros parámetros, la Provincia Romana tenía la intención de establecer en Brasil conventos de observancia regular al estilo de Europa. El caso reciente de Ernakulam en la India reforzaba esa idea. Pero sumergidos los Carmelitas italianos en la realidad americana de gran escasez de sacerdotes, tuvieron que abrirse a la necesidad misionera de la Iglesia del país, a la que querían servir.
En Brasil confluyó la expansión carmelitana simultáneamente con participación  hispana e italiana. El 16 de marzo de ese mismo año 1911 el Definitorio de la Orden distribuyó el estado de Minas Gerais con las diócesis de Mariana, Diamantina y  Pousso Alegre a la Provincia Romana y los Estados de Río Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná a la de Navarra. Más tarde se proveería, según necesidades y circunstancias, sobre la adjudicación de nuevos estados[99]. El camino estaba abierto, la semilla estaba sembrada. Bastaba esperar los frutos[100].

Conclusión.-
Para la identidad carmelitana de América Latina el año 1911 conviene recordar sus raíces sembradas en el año 1900. Habían germinado durante 11 años para comunicar sus frutos en 1911. Pero en este año 1911 se realiza una singularidad llamativamente única en la Orden. Nunca en la historia carmelitana se ha dado el caso de seis fundaciones nuevas en un mismo año, en un mismo país. Sea Brasil, sea el año 1911, merecen el relieve de una piedra miliaria con un antes y un después.
1911: Año de gracia y de bendición, año de promesa y de realización, año de frutos, año de brío, año histórico. Año excepcional en toda la historia de la Orden. Nunca después se ha logrado tanto resultado en los 365 días de un año.
Termino con una mirada al futuro del Carmelo en América Latina. Por eso quisiera evocar esta observación de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en su reunión de Aparecida (2007) por cuanto pueda tener de aplicación para nuestra Orden: “En América Latina y el Caribe, cuando muchos de nuestros pueblos se preparan para celebrar el bicentenario de su independencia, nos encontramos ante el desafío de revitalizar nuestro modo de ser católico y nuestras opciones personales por el Señor, para que la fe cristiana arraigue más profundamente en el corazón de las personas y los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante y encuentro vivificante con Cristo”[101].
El documento de Aparecida propone “confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros”. Es un planteamiento – sigue recordándonos- que “no depende de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnan dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para América Latina”[102]. Estas consignas del documento que se elaboró en Aparecida es un despertador, es un desafío oportuno para nuestro futuro.
No olvidemos que nos encontramos en el año del Sínodo sobre la Nueva Evangelización. Este hecho de alcance eclesial implica una nueva conciencia de Misión, reclama nuevas estrategias para llevarla a cabo, postula una nueva forma de ser Iglesia y una nueva espiritualidad que suscite nuevos evangelizadores.
Así la historia        que estamos celebrando se convertirá, una vez más, en pauta y orientación para nuestro futuro.

                               Congreso Internacional de las Misiones Carmelitanas,
         São Roque, 25 de julio del 2012



[1] F. Blaudel, El Mediterráneo. El espacio y la historia. Fondo de Cultura Económica. México 1992, p. 7.
[2] Víctor Andrés Belaune, Peruanidad. Pontificia Universidad Católica del Perú, Instiututo Riva-Agüero. Lima 1968, p. 11.
[3] Marcus Tullius Cicero, De Oratore, II, 9.
[4] La fundación se produjo en el año del tercer concilio mejicano. Cfr. León Lopetegui-Félix Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América Española. BAC, Madrid 1965, p. 564-613.
[5] José Luis Ferroni Palacios, The Missionary Ideal of Fr. Antonio de la Ascensión: Based on the experience in the Vizcaíno Expedition on the Coast of California. Mount Angel Seminary 2005, p. 1; Valentín de la Cruz, La Virgen del Carmen y los Carmelitas en la expedición de Sebastián Vizcaíno. 1602-1603,  en  El Monte Carmelo 49 (1951) 252-288; Mathes, W. Michael, Fray Antonio de la Ascensión. Paradise Isle. San Francisco Historical Society. San Francisco 1980 (private printing), p. 3-11; Geoghegan, James, Carmel in México and California. OCD’S Regional Congress, San Diego 1984 (private printing);Watson, Stephen,  The first Carmelites in California, en Carmelite Digest, Winter 1986, p. 42-49.
[6] Por evocación anotamos también aquí la obra de otro Carmelita, esta vez de la Antigua Observancia, el histórico cartógrafo de América, Antonio Vázquez de Espinosa (1570-1630). Cfr. su Compendio y descripción de las Indias Occidentales. Trascrito del manuscrito original por Charles Upson Clark. Washington 1948, 801 p. Cfr. También la edición más moderna de Balbino Velasco Bayón.  2 vols., Historia 16, Madrid 1992, 429  y 1127 p.
[7] Antonio Unzueta las tilda de «Oportunidades perdidas». Cfr. La Orden del Carmen en la evangelización del Perú. I Período Virreinal, San Sebastián-Vitoria 1992, p. 232-235; Domingo Fernández de Mendiola, El Carmelo Teresiano en la historia. III, Roma 2011,  p. 200-202.
[8] Silverio de Santa Teresa, Viaje de varios Carmelitas Descalzos a los Reinos del Perú en 1687, en  El Monte Carmelo 23 1919) 77-83, 128-131, 174-178, 227-231, 270-278, 549-552; 24 (1920) 34-36, 263-271, 458-462, …; Antonio Unzueta, La Orden del Carmen en la evangelización del Perú, I. San Sebastián-Vitoria 1992, p. 235-279. Sobre este tema son importantes las informaciones vertidas por el P. Lorenzo García de la Eucaristía en algunos escritos inéditos, conservados en el Archivo General de Roma: Los Carmelitas Descalzos en la Real Audiencia de Quito. Relación del Viaje al Virreinato del Perú y de las Fundaciones que hicieron en Latacunga, Lima, Popayán y Quito. Siglo XVII. Quito 1986, 212 páginas numeradas y apéndice documental sin numerar; Id., En torno a un manuscrito del siglo XVIII que contiene demandas y apelaciones de varios Religiosos profesos en el convento de Padres Carmelitas Descalzos con residencia en Latacunga (Quito). Año de 1704. Quito 1987; Id., Pleitos y Apelaciones en la demanda de nulidad de la profesión religiosa que presentó al tribunal eclesiástico de Quito y Lima el P. Juan del Ssmo. Sacramento (Anguieta Lozano), Carmelita Descalzo de la comunidad de Latacunga (1720-1724). Manuscrito del Archivo Histórico del Arzobispado de Lima. Quito 1987. 
[9] La historia del Carmelo Mexicano tiene suficiente aval historiográfico. Cfr. Agustín de la Madre de Dios, Tesoro escondido en el Santo Monte Carmelo Mexicano. Versión paleográfica, introducción y notas  de Eduardo Báez Macías. UNAM, México 1986; Dionisio Victoria Moreno, Los Carmelitas Descalzos y la Conquista Espiritual de México 1585-1612. 2ª edic. Edit. Porrua, México 1983, 348 p. En nuestros días José de Jesús Orozco ha contribuido con numerosos ensayos: Historiografía Carmelitana en México (AA. VV., Historiografía del Carmelo Teresiano, MHCT, Roma 2009, p. 237-260). Anotemos su último trabajo histórico por el momento: “Los  Carmelitas y la independencia de México, en Monte Carmelo 119 (Burgos 2011) 183-203. Recientemente Domingo Fernández de Mendiola ha tratado el tema, añadiendo un análisis historiográfico (cf.  El Carmelo Teresiano en la historia, III, Roma 2011, p. 176-200).
[10] A la fórmula de „Misioneros de Ultramar” precedieron en los años 1851 y 1857 unos intentos de fundar un colegio para Marruecos por el comisario apostólico para los exclaustrados en España, P. Juan de Santo Tomás de Aquino Maldonado. También hubo tanteos para la creación de un colegio misionero en Roncesvalles. Cfr. Julen Urkiza, Marquina, “Restauración” Misional. Nuevo espíritu apostólico y misional, en Monte Carmelo 110 (Burgos 2002) 263-342; Antonio Unzueta, Proyección misionera de la Provincia de S. Joaquín de Navarra en América, in ibid., pp. 365-395.
[11] Véase el documento en  Julen Urkiza,  Reimplantación del Carmelo Teresiano Masculino en España. T. 1, Comienzos en Marquina (1867-1870). Roma 2007, p. 344-345.    
[12] Oportunamente el último número de la revista “Monte Carmelo” (vol. 120, Burgos 2012, p. 5-249) está consagrado a historiar esos inicios del Carmelo en Suramérica.
[13] Julio Félix Barco, En el Centenario de los comienzos del Carmelo Uruguayo, 1910-1913, en Monte Carmelo 120 (2012), p. 12.
[14] Antonio Unzueta, Ezequiel del Sgdo. Corazón de Jesús (Bilbao Imaz), en ABCT 37 (Roma 2000) 238-544.
[15] Antonio Unzueta, Proyección misionera de la Provincia de S. Joaquín de Navarra en América, en  Monte Carmelo 110 (Burgos 2002), p. 378.
[16] Carta del 27.08.1899.
[17] Fidel Araneda Bravo, Historia de la Iglesia en Chile. Ediciones Paulinas, Santiago 1986, p. 783-784.
[18] También aquí se necesitó la oportuna dispensa del Definitorio General (6.04.1905) para aceptar la “cura animarum in ecclesia parochiali”. Cfr. Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD (1863-1920). Roma 1984, p. 459.
[19] Cfr. Lázaro de la Asunción, Historia de la Orden del Carmen Descalzo en Chile (1899-1935), 3. vols., Santiago 1935. Cfr. Hernán Vallejo, El Carmelo en Chile, en Monte Carmelo,  120 (2012) 185-216..
[20] Fidel Aranda Bravo, Historia de la Iglesia en Chile. Ediciones Paulinas, Santiago 1988, p. 763.
[21] Myriam Duchens Bobadilla, La Virgen del Carmen en Chile. Historia y Devoción. Centro de Estudios bicentenarios. Santiago 2010, p. 105.
[22] Antonio Unzueta, Mons. Valentín Zubizarreta. Carmelita, Obispo, Teólogo. Vitoria 2006, p. 12.
[23] Fr. S., Los Carmelitas Descalzos en la Argentina,  en El Monte Carmelo 13 (Burgos 1912) 697-701; Silverio de Santa Teresa, Historia del Carmen Descalzo en España, Portugal y América, t. XIV (Burgos 1949), p. 590-650; Serafín Puerta, Argentina, la gran misión de la Bética,  en  Los Carmelitas Descalzos de Andalucía (1893-1970), Sevilla 1970,  p. 92-99. Pablo Ferreiro, “Aportes para la historia del Carmelo Teresiano en Argentina”,  en Monte Carmelo 120 (2012) 217-249.
[24] Nicolò Domenico Badano, hijo de Benedetto y de Maria Anselmo, nació el 21 de septiembre de 1820 en Sasello, diócesis de Acque (Savona). A los 17 años vistió el hábito de la Orden en el noviciado de Loano el 15 de octubre de 1837, profesando al año siguiente con el nombre de Honorio de Santa Teresa. La escueta nota de los registros de la Provincia de Liguria dice que “salió de la Orden con rescripto pontificio”. Pero tras tener la satisfacción de la venida de los Carmelitas a La Argentina, a mediados de 1900 se reintegró él mismo a la Orden en el convento de Buenos Aires. Las fuentes argentinas lo describen como persona de salud frágil. Debió de fallecer en 1904. Tuvo un hermano sacerdote en la archidiócesis de Buenos Aires,  razón que puede explicar bien su venida a la República Argentina.
[25] Pablo Ferreiro indica que era General el P. Ezequiel del Sdo. Corazón (cfr. Aportes para la historia del Carmelo Teresiano en Argentina, en Monte Carmelo 120 (2010), p. 222). Pero en esas fechas el P. Ezequiel Bilbao no era más que Provincial de Navarra. El motivo de la encomienda a la Provincia de Castilla debió de ser por la inseguridad creada en la Isla de Cuba tras su emancipación como colonia española en 1898 y la consiguiente contingencia económica. Parecía oportuno asegurar un nuevo campo de trabajo para los religiosos que tuvieran que salir de la Perla de las Antillas.
[26] Armando R. Sejas Escalera, Historia e historiografía del Carmelo en Bolivia, en AA. VV.,  Historiografía del Carmelo Teresiano. Roma 2009, p. 390-391.
[27] Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD (1875-1920)…,  p. 462. Anteriormente, los Provinciales españoles se habían reunido el 8 de febrero de 1905 en Bilbao-Begoña para redactar una propuesta sobre la cuestión a presentar al Definitorio General. Cfr. Antonio Unzueta,  Mons. Valentín Zubizarreta …, p.  96.
[28] En realidad era el Capítulo Provincial de 1897, en la sesión VII del 12 de mayo.
[29] Rafael Mejía, Los Carmelitas Teresianos en América Latina. Villa de Leyva 2003, p. 34.
[30] Acta de la sesión VIII del 12 de mayo de 1897.
[31] Carta fechada en Cienfuegos el 16.11.1904.
[32] Recordemos que ya en el s. XVII se perdieron ocasiones de fundaciones carmelitanas en el virreinato de Perú por falta de apertura misional. Cuando la Orden alegó la motivación misional, como “uno de los principales motivos para fundar la Reforma”, quebrando –por una vez- la línea oficial de la Congregación de España en punto a Misiones, el expediente del Fiscal del Consejo de Indias negó la fundación en 1701 Cfr. Antonio Unzueta, La Orden del Carmen en la evangelización del Perú, I. San Sebastián 1992, p. 261-266.
[33] Antonio Unzueta, «No niegues lo que eres». Biografía documental del P. Atanasio del Sgdo. Corazón de Jesús. Vitoria 2001, p. 85.
[34] Carta del P. Bernardo de la Sagrada Familia (Brontons) a su Provincial. Hartshorne (Oklahoma), 30 de noviembre de 1914. Fortunato Salas, Cartas de los Carmelitas Descalzos de la Provincia de Aragón y Valencia residentes en México.  (Pro manuscripto). Burriana 1997, p. 49-50.
[35] Julio Félix Barco,  En el primer Centenario de los comienzos del Carmelo Uruguayo, 1910-1913, en  Monte Carmelo 120 (2012), p. 57.
[36] Véase el texto pontificio en El Monte Carmelo 5 (1904) 63-71. Meses más tarde, el Papa volvió a recalcar su voluntad de adoptar el Canto Gregoriano en otro motu proprio del 25 de abril de 1904, instituyendo una comisión pontificia para el efecto (cfr. El Monte Carmelo  5  425-428).
[37] Antonio Unzueta, Ezequiel del Sgdo. Corazón de Jesús …,  p. 118.
[38] Livino del Niño Jesús, La música sagrada en la legislación del Carmen Descalzo. San Sebastián 1944. Véase también la voz  Música en el Diccionario de Santa Teresa. Burgos 2010, p. 471-475.
[39] “Dans les monastères d’Espagne, Portugal, d’Amérique latine, la messe au Moniz était maintenant chantée dans la version grégorienne ». Cfr. André Traunoy, Germaine de Sonis. Édtions Alsatia, Paris 1954, p. 62.
[40] Fernand Hayward, Pie X. Éditions du Conquistador. Paris 1951, p. 94.
[41] Finalmente, la autorización para la publicación de las misas propias de la Orden con notación gregoriana está firmada por el  General P. Ezequiel del Sagrado Corazón el 26 de julio de 1908 en Londres.
[42] Carta del 7/11/1571 a doña Luisa de la Cerda,  nº 4.
[43] Antonio Unzueta, “No niegues lo que eres” …, p. 36.
[44]  Nicolás Castellanos Franco, Otra manera de ser Iglesia hoy es posible, en Selecciones de Teología  50 (Barcelona 2011), p. 163.
[45] Alocución Gratum quidem est, en AAS III (Vaticano 1911), p. 553.
[46] Ibid., p. 587.
[47] Carta del P. Atanasio Aguinagalde, fechada en Bilbao el 16 de abril de 1911.
[48] Crónicas Carmelitana, en El Monte Carmelo  12 (1911, p. 792-793
[49] Además de los estudios del P. Bernardo Restrepo precedentemente, cfr. Rafael Mejía, El Carmelo Teresiano en Colombia. Villa de Leyva 2010, 336 p. Su última contribución es “Orígenes del Carmelo Descalzo en Colombia”,  en  Monte Carmelo 120 (2012) 127-160.
[50] Crónica Carmelitana,  en El Monte Carmelo 12 (Burgos 1911), p. 116.
[51] Antonio Unzueta, La Orden del Carmen en la evangelización del Perú, I. San Sebastián 1992, 327 p.; II  San Sebastián 1994, 303 p. Léase su último estudio “Cien años del establecimiento de los Carmelitas Descalzos en la república del Perú, en Mont Carmelo 120 (2012) 161-183.
     En nuestros días está superada ya la observación del P. Silverio de Santa Teresa: “No hay obra alguna que nos dé un estudio de conjunto de la Reforma Teresiana en la América española … Esperamos que, en tiempo oportuno, cada una de ellas [repúblicas americanas] disponga de su propia historia, tan extensa y completa” (Historia del Carmen Descalzo en España, Portugal y América, t. 14, Burgos 1949, p. 1.
[52] Crónica Carmelitana, en El Monte Carmelo 11 (Burgos 1910), p. 908.
[53] Ibid., 12 (1911), p. 433-434.
[54] Julio Félix Barco, „En el primer Centenario de los comienzos del Carmelo Teresiano en Uruguay, (1910-1913),en Monte Carmelo 120 (2012), p. 63 y  82.
[55] Rafael Mejía, Los Carmelitas Teresianos en América Latina …,  p. 594.; Julio Félix Barco, “En el Centenario de los comienzos del Carmelo Uruguayo, 1910-1913, en Monte Carmelo 120 (2012) 9-87. El 20 de julio de ese año el Definitorio General concedió a la comunidad la facultad de contraer una deuda de 20. 000 francos (Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD (1875-1920) …, p.  590).
[56] En la metrópoli esta tarea informativa la cultivó la revista „El Monte Carmelo” (Santander, 1900 ...) con su habitual crónica carmelitana. Mencionamos las publicaciones americanas: „El Ángel del Carmelo” (Argentina, de 1914 hasta la década del 1970), „El Carmelo y Praga” (Santiago de Chile, 1917-1976), „Santa Teresita” (Perú, 1925-1983), „Florecilla del Carmelo”, (Uruguay, 1928-1967), „Luz católica” (Urabá, Colombia,  1927-1939), „El Carmen” (Colombia,  1950-1964).
Recordemos también la existencia de  «Aromas del Carmelo» (Cuba, 1921-1961) para la zona del Caribe.
[57] Rafael Mejía, Las fundaciones de las Carmelitas Descalzas en América (1604-1993). Burgos 2000, 568  p.
[58] Severino de Santa Teresa, Vírgenes conquistadoras. Vitoria 1951, 714 p. Existen innumerables relatos sobre la acendrada devoción popular y sus manifestaciones. Véase para este período, por ejemplo,  Silverio de Santa Teresa, Crónica Carmelitana. La Virgen del Carmen en la América, en El Monte Carmelo 12 (Burgos 1911), p. 802-812. Con referencia a Chile, por ejemplo, nos recuerda Hernando Vallejo: “Tanto había arraigado en el pueblo la devoción a la Virgen del Carmen, que durante las guerras independistas los nacionalistas nombraron a la Virgen del Carmen como patrona de su ejército y los Generales José San martín y Bernardo O’Higgins proclamaron en Mendoza el 5 de enero de 1817 a la Virgen del Carmen Patrona y Generala del ejército liberador […] El General Bernardo O’Higgins hizo voto […] de levantar un templo a la Virgen del Carmen en e lugar donde se consiguiera la victoria definitiva; alcanzada ésta puso […] la primera piedra del templo votivo a la Virgen del Carmenen Maipú”  (El Carmelo en Chile, en  Monte Carmelo 120 (2012), p. 186).
[59] Autor clásico en esta materia, remozada por investigaciones más modernas, es Mons. Manuel María Pólit (1862-1932): La familia de Santa Teresa en América y la primera carmelita americana. Herder, Friburgo 1905, 383 p. Cfr. Juan Ignacio Ugarte, Familia de Santa Teresa en América de Manuel María Pólit, en Revista Teológica Limense 15 (1981) 359-368.
[60] Francisco Vega Santoveña, José Antonio de San Alberto (1727-1804). Datos para una biografía “crítica”, en  Monte Carmelo 102 (Burgos 1994), p. 112.
[61] José Luis Ferroni Palacios, The fusion of the Spanish and Italian Congregations of the Discalced Carmelite Friars (1868-1881). Tesi di Licenza in Storia Ecclesiastica. Roma 2010, 104 p.
[62] En la sesión del 6 de octubre de 1908 el Definitorio General había tratado ya de este asunto, sancionado después por el decreto de Propaganda. Cfr. Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis …, p. 508.
[63] 50 Jahre Missionslehre in Münster (1911-1961.
[64] Desde 1950 la revista aparece con el título de „Zeitschrift für Missionswissenschaft und Religionswissenschaft”.
[65] Pío Mª de Mondreganes y Gumersindo de Escalante, Manual de Misionología. Vitoria 1932, 504 p.
[66] Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD 1863-1920. MHCT, Roma 1984, p. 552.
[67] Cfr. la nota demasiado escueta que Manuele Boaga le dedica en Dizionario Carmelitano. Città Nuova, Roma 2008, p. 995. Muchos más pormenores ofrece Antonio Unzueta en Ezequiel del Sdo. Corazón …, pp. 253 y 294-312. Tras la encíclica Pascendi Domini gregis (08-12-1907) con la que San Pío X condenaba el Modernismo y, más en concreto, tras la alocución del mismo Pontífice en fecha del 9 de septiembre de 1908, invitando a nuestro Definitorio General a vigilar y a no ser indulgentes con las “innovaciones que se encaminan a hacer despreciable el tesoro de aquellas tradiciones y religiosas costumbres …”, en nuestra Orden –como en otras familias religiosas- se había creado una psicosis contra la fundada crítica histórica. Éste es el background de aquella inmisericorde oposición al pionero de nuestra historia crítica en el s. XX.
[68] Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD. MHCT, Roma 1984, p. 566.
[69] Antonio Unzueta, Ezequiel del Sdo. Corazón de Jesús, …, p.  269.
[70] La admisión de novicios criollos en la fundación de Latacunga a finales del s. XVII (1695) había dejado un sabor amargo y de general desconfianza hacia las vocaciones nativas. (cfr. Antonio Unzueta, La Orden del Carmen en la evangelización del Perú, I,  p. 258-259)
[71]Antonio Unzueta, Ezequiel del Sdo. Corazón de Jesús …, p.  114-115, 272, 276. 
[72] Véase sobre esta autoría Antonio Unzueta,  Ezequiel del Sgdo. Corazón …, p. 461.
[73] Typis Polyglottis Vaticanios 1913, p. 74.
[74] “Instructiones has sexennali experimento subiectas, et a Ven. Definitorio N. Generali iuxta observationes Missionariorum nostrorum diligentissime correctas, Sacra Congregatio de Propaganda Fide, quibusdam inductis immutationibus, definitive approbavit …, p. 5.
32 Carta del P. Antonio del SCJ, fechada en Toledo el 22 de marzo de 1913. Cfr. Antonio Unzueta, Ezequiel del Sgdo. Corazón de Jesús, p. 347.
[75] Ibid., p. 12.
[76] Cfr. Carta de Antonio del SCJ. Toledo, 22 de marzo del 1913, en Antonio Unzueta, Ezequiel del Sdo. Corazón de Jesús …, p. 347.
[77] Véase el elogio de sus virtudes en Luis de la Puente,  Vida del V. P. Baltasar Álvarez, SJ, Madrid 1880, p. 214-218.
[78] Diego de Yepes. Vida de la bienaventurada virgen Teresa de Jesús. T. II, Madrid 1797, p. 153; Serafim Leite, Ditoso sucesso do Padre Inácio de Azevedo, Provincial do Brasil e dos que iam em sua companhia. Carta do P. Pero Díaz ao Provincial do Portugal Leão Henriques da Ilha de Madeira, en Brotéria 43 (1946) 193-200. El 11 de mayo de 1854 Pío IX autorizó el culto de estos mártires misioneros encaminados al Brasil.
[79] Miguel Ángel Díez,  Actas de los Capítulos  Provinciales OCD. Provincia de San Ángelo de Andalucía la Alta. MHCT 30, Roma 2010,  p. 14.
[80] Ibid.,  p. 49.
[81] David do Coração de Jesus, A Reforma Teresiana em Portugal. Lisboa 1962, p. 199, 200 y 203. Las fundaciones de Goa y de otras zonas de las Indias Orientales dependieron de la Congregación de Italia.
[82] Dámaso Zuazua, Ein Gesandter des katholischen Königs von Kongo beim Päpstlichen Hof. Lit Verlag, Wien-Berlin, en prensa, de inminente publicación.
[83] Redento de la Eucaristía, Los Hijos de Santa Teresa en el Brasil, en El Monte Carmelo  60 (Burgos 1952)  254-225.
[84] Para una visión global de la presencia carmelitana en Brasil, véase Silverio de Santa Teresa, Historia del Carmen Descalzo en España. Portugal y América. T. XIV, Burgos 1949, p. 680-734: Redento de la Eucaristía, Los hijos de Santa Teresa en el Brasil, en El Monte Carmelo 60 (Burgos 1952), p. 173-193, 253-276; Rafael Mejía, Los Carmelitas Teresianos en América Latina. Villa de Leyva 2003, p. 125-193. Resumen conciso y lineal ofrece también Pedro de Jesús María, Los Carmelitas Descalzos en Brasil. Celebrando los 100 años de su fundación, en  La Obra Máxima 92 (2012) 23-25. El último ensayo, muy reciente, es de Gilberto Hickmann, “100 años: Rescate fundacional. Presencia de los Carmelitas OCD en el Sur de Brasil”,  en  Monte Carmelo 120 (2012) 89-126.
[85] Por la trascendencia del documento transcribo el original latín del acta: “Sed futura, quae praevedentur, adversa tempora pro Communitatibus Nostris, inquit P. Provincialis, cogunt nos ad illa, quantum possibile sit, praecavenda selectiora nonnulla media excogitare. Quamobrem Patres, communi consilio, stauerunt: 1º mittendos esse aliquos religiosos in Ernakulam, alios vero nonnullos in Rempublicam Chilenam; 2º admitti posse paraecias si quae offerantur, in hac Republica; commissum est R.P.Fr. Silverio a S. Teresia ut aliquem vel alios conventos erigendos in Republica Brasiliae agat per litteras cum Monialibus Nostris in illa Republica degentibus et ab iis expostulet horum omnium notitiam quae ad praefatas fundaciones pernecessaria videntur”.
[86] Redento de la Eucaristía,  Cincuenta años de presencia …., p. 267 y 268.
[87] Gilberto Hickmann,  „100 años: Rescate fundacional. Presencia de los Carmelitas OCD en el Sur de Brasil”, en  Monte Carmelo 120 (2012), p. 91.
[88] Carta del P. Epifanio de la Purificación, en El Monte Carmelo 12 (Burgos 1911), p. 826.
[89] Ibid.,  p. 827.
[90] Ibid., p.  389.
[91] Ibid.,  p. 475.
[92] Ibid.,, p. 752-753.
[93] Crónica Carmelitana,  en  El Monte Carmelo 13 (Burgos 1912), p. 271.
[94] Carta fechada en Tarazona el 6 de marzo de 1911.
[95] Carta del 14 de octubre de 1911 en Hoz de Anero.
[96] Redento de la Eucaristía, Cincuenta años de vida apostólica en el Brasil, en El Monte Carmelo 70 (Burgos 1962),  p. 266.
[97] La fundación Carmelitana, la de Cambuy en la diócesis de Pouso Alegre, fue aprobada el 3 de marzo de 1911 por el Definitorio General. Cfr. Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD (1863-1920). MHCT Roma 1984, p. 539.  
[98] Cfr. P. Onorio di Ruzza, Sintesi storico-cronologica della Provincia Romana dei Padri Carmelitani Scalzi. Edizioni OCD, Roma 1987, p. 104. Nació el 24 de febrero de 1896 en Guanhães (Minas Gerais), tomó el hábito del Carmen el 19 de noviembre de 1925, profesó el l 5 de diciembre de 1926, se ordenó de sacerdote el 31 de julio de 1932 y falleció en Rio de Janeiro el 10 de mayo de 1980. Estos datos anagráficos no los ofrece el P. Onorio di Ruzza.  
[99] Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD (1875-1920). MHCT, Roma 1984, p.  340.
[100] Un espléndido número extraordinario de “Mensageiro de Santa Teresinha do Menino Jesus” con el título de “Centenário da Chegada dos Frades Carmelitas Descalços ao Sudeste do Brasil” con sus 50 páginas ilustradas evoca en sus líneas generales la presencia carmelitana de Brasil desde la vertiente italiana y holandesa en la última centuria (Ano 93, Outubro-Novembro-Dezembro, São Paulo 2010).
[101] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Documento de Aparecida, nº. 13.
[102] Ibid.,  nº. 11.