Las gracias y
bendiciones de un año singular:
1911, año de promesas y realidades para
el Carmelo Latinoamericano
Dámaso Zuazua, ocd,
zuazuaocd@gmail.com
“La historia no es otra cosa que
una constante interrogación a los tiempos pasados en nombre de los problemas y
curiosidades –e incluso las inquietudes y angustias- del presente que nos rodea
y nos asedia”.
F.
Blaudel[1]
Del 12 al 15 de julio se ha celebrado en
la archidiócesis de Palmas el Tercer Congreso Misional del Brasil (3CMN). Su leit motif o inspiración general ha sido: “Come el Padre me ha
enviado, así os envío yo” (Jn 20, 21). Y su tema central se enunciaba así:
“Discípulo misionero: del Brasil a un mundo secularizado y multicultural, a la
luz del Vaticano II”. Son consignas oportunas para la reflexión que tenemos
nosotros aquí en estos días.
Nuestro Congreso Misional Carmelitano toma
el relevo cronológico. Un escritor de este continente, el peruano Víctor Andrés
Belaunde, define la patria como el amor
por las tumbas y las cunas[2].
Pero del trayecto de la cuna a la tumba permanecen siempre los hechos, el
recuerdo revitalizador, el símbolo, el paradigma: toda una herencia a
rememorar, a investigar para que la historia siga siendo “maestra de la vida y
testigo de los tiempos”, según la definición ciceroniana[3].
I)
Los
preliminares del año emblemático.-
1911: este año
estrella para el desarrollo del Carmelo Latinoamericano no llegó simplemente
porque la hoja del calendario colocó al mundo en el 1 de enero, que en esa
fecha fue domingo. Para la historia del Carmelo Latinoamericano fue un año que se
manifestó como fruto de unas raíces. En el hemisferio norte, en Méjico, los
principios remotos de un Carmelo americano, fundado por el carismático P. Gracián,
arrancaron en 1585[4], a
tres años de la muerte de la Madre Teresa de Jesús y en vida de Fray Juan de la
Cruz.
A título
altamente histórico-cultural y como manifestación singular de esta primera
presencia mencionemos la participación de tres Carmelitas de Méjico en la
expedición de Sebastián el Vizcaíno en la exploración de las costas de
California (1602-1603). El condensado de su histórica gesta viene descrito así:
“157 años antes de que los Franciscanos
fundaran su primera Misión en California y 80 años antes del desembarco de los
Frailes Peregrinos en Mayflower en New Plymouth, Massachusetts, en 1602 tres
Carmelitas Descalzos fueron capellanes de la Expedición del Vizcaíno en la
navegación y exploración de la costa de California”[5].
Eran los Padres
Antonio de la Ascensión, Andrés de la Asunción y Tomás de Aquino. Al primero se
le deben los seis relatos de esta pequeña epopeya, con un fuerte valor
cartográfico, náutico, geográfico e histórico. La historia lo recuerda como
“cosmógrafo y cronista”. La primera misa en la costa oeste de los Estados
Unidos la celebraron estos Carmelitas el 12 de noviembre de 1602[6].
Tres años después de la
implantación del Carmelo en el Virreinato de Nueva España o Méjico otro
Virreinato, el de Perú, comenzó en 1588 a mostrar un interés preferencial para obtener
fundaciones de Carmelitas. La tentativa insistente perduró sin éxito hasta 1608[7]. Hubo
otra iniciativa de apertura prometedora con el P. Martín de la Cruz, religioso
aragonés de la Provincia de Méjico. En 1685 estaba en el actual territorio de
Colombia prospectando fundaciones carmelitanas. De hecho, una expedición de
frailes desembarcó en el puerto de Santa Elena, en las cercanías de Guayaquil.
A la fundación de Latacunga (Ecuador) en 1689 siguieron las casas de Quito,
Lima y Popayán (Colombia) en 1690. Una segunda expedición de siete Carmelitas había
embarcado en Cádiz para tomar tierra en Cartagena (julio de 1688) para engrosar
estas fundaciones. Pero el arranque prometedor tuvo efímera duración de diez y
seis años, porque terminó en 1705. Se truncó el deseo del General Juan de la
Concepción (Escallar) de “dilatar la Reforma de Santa Teresa” en la América
Meridional[8].
Tras casi tres siglos de floración y de
expansión, a principios del s. XX la sola presencia carmelitana en México se
retorcía en unas difíciles circunstancias de supervivencia[9].
Raíces más cercanas, raíces más activadoras
tenía el Carmelo Latinoamericano desde su implantación en la caribeña Isla de
Cuba en 1880 con los Carmelitas españoles de la Provincia de Navarra como «Misioneros
de Ultramar»[10].
Así se cumplía la condición que el gobierno español impuso a la Orden para su
restauración en la península. El Oficio Real del ministerio lleva la fecha del
7 de mayo de 1868[11].
Otro entronque más inmediato tuvo todavía el
Carmelo latinoamericano con las fundaciones de Chile y Argentina en 1900. Con
esta realidad valiente e innovadora el s. XX se abrió en el hemisferio sur de
América a un futuro esperanzador de expansión carmelitana[12].
Es pertinente la fina observación de Julio
Félix Barco: “Mucho habían cambiado las cosas en el Carmelo español de un siglo
a esta parte. Suprimida la Congregación Española en el territorio nacional y en
todas sus posesiones, como todas las demás Órdenes Religiosas por el decretazo de
Mendizábal en 1834, […] por ese cambio de mentalidad y para prevenirse de una
nueva supresión, que siempre estaba amenazante, el Carmelo restaurado en España
en 1868 se abrió pronto a perspectivas misioneras, y los Carmelitas descalzos
españoles se lanzaron hacia Oriente, a la India, y hacia el Occidente, a
América, donde su presencia había sido insignificante”[13].
Esta apertura significativa fue en gran
parte mérito del tesonero y clarividente Provincial de Navarra y futuro General
de la Orden, P. Ezequiel de Sagrado Corazón (1862-1937)[14]. De él se ha escrito: “Había reactivado el envío de
misioneros a la India. Pero las mismas razones que expuso en el antes
mencionado escrito al Definitorio General le obligaron a orientar hacia el
hemisferio americano la capacidad misionera de la Provincia. Eran éstas: la
necesidad apremiante del pueblo americano, la ventaja del conocimiento de la
lengua y de las costumbres, la exención de quintas, el título mismo de
Misioneros de Ultramar que figuraba en el membrete de las casas y justificaba
oficialmente la existencia de la Orden en España”[15].
I. 1) 1900: Se intenta en el Perú y
se consigue en Chile.-
En 1898 el P. Ezequiel envió a
los dos primeros exploradores de posibles fundaciones carmelitanas en América
del Sur. Eran los Padres Ernesto de Jesús (Batut) y Epifanio de la Purificación
(Gómez Alonso). Su primer destino era Perú, porque las Carmelitas de Ayacucho,
Arequipa y Cuzco solicitaban con
insistencia la implantación de los Carmelitas en esa república andina. Pero
los exploradores salieron pronto sin haber logrado un asentamiento. En lugar de
regresar a la madre patria, tentaron la aventura fundacional en Chile. Aquí
creyeron encontrar terreno más abonado. En 1889 había seis religiosos más en
Santiago de Chile. La intención del Provincial era misionera, la de enviar “celosos
misioneros que fueran por el interior a conquistar almas o establecer escuelas
…”
A nombre del Provincial y en
funciones de visitador algo más tarde llegó a Chile Fr. Valentín de la Asunción
(Zubizarreta) También éste entendió y apoyó la implantación carmelitana en
clave misional. “En ninguna parte –escribe- pueden ejercer mejor misión que
aquí nuestros religiosos que se sientan con vocación para las misiones”[16].
Pero la misión de Temuco en la Araucanía no cuajó. La fundación de la capital chilena se realizó el 8 de abril de
1900. “En esta diócesis [de Santiago] –escribe el P. Valentín en otra carta-
tenemos todas las misiones que queramos. El arzobispado está dispuesto a
encargarnos desde luego, si queremos, 12 o más tareas de misiones en otros
pueblos”. Por afortunada coincidencia esta implantación coincidió con el año de
nacimiento de la futura santa chilena, la carmelita Teresa de Los Andes
(1900-1920)[17].
Al año siguió, el 22 de mayo
del 1901, se abrió Valparaíso. Entre tanto llegó el siguiente visitador, P.
Atanasio del Sagrado Corazón de Jesús (Aguinagalde). A nombre del Provincial,
siguió de cerca la primera expansión de la Orden en Chile, consiguiendo el 29
de enero de 1903[18] una nueva fundación en
Valdivia. Chillán y Viña del Mar se fundaron entre 1904 y 1905. El Carmelo
chileno continuó consolidándose[19].
El período de la implantación
carmelitana en Chile, finales del s. XIX y principios del XX, coincidió con una
“decadencia de la religiosidad” en el país. Un historiador se lamenta: “Tanto
en Santiago como en las demás diócesis la fe religiosa y el espíritu católico
decayeron visiblemente …”[20]
Razón de más para que nuestros Carmelitas se involucraran en la urgencia
misionera del momento en los país a donde llegaron. La llegada de los
Carmelitas en esa fecha a Chile con manifiesta satisfacción del episcopado
viene descrita por una historiadora actual “como una forma de contrarrestar la
laicización de la sociedad” que habían provocado las “leyes laicas” del
gobierno de Domingo Santa María (1824-1889)[21].
La insuficiencia del clero en América Latina ha perdurado todavía durante
varias décadas del s. XX, hasta los años 1970/1980.
El compromiso americano quedó
asumido como realidad provincial. En el Capítulo General de 1901 el P. Valentín
de la Asunción propuso a la aprobación de los gremiales que las circunscripciones de la India y de
América enviaran un representante a los Capítulos Provinciales. Como en tantas
otras ocasiones, la determinación se dejó en manos del Definitorio General.
Pero ya India y América no eran periferias alejadas. Tenían su voz y voto en
las deliberaciones de las Provincias europeas[22].
I. 2) En el mismo año 1900, también
en Argentina.-
Con el comienzo del s. XX la
Orden se asentó igualmente en la República Argentina[23].
Anteriormente la figura histórica del arzobispo José Antonio de San Alberto
(1727-1804), obispo de Córdoba del Tucumán, nos recuerda los primeros antecedentes
del Carmelo en Argentina. De 1780 a 1784 vivió acompañado de una pequeña
comunidad, formada por el P. Joaquín de Santa Bárbara, Antonio de Santa Teresa
y por el Hº Agustín de San José. Fue providencial este doble esfuerzo de
implantación en el Cono Sur de América Latina.
También aquí, y una vez más en
la historia, nuestras Hermanas Carmelitas Descalzas fueron las adelantadas que
con su insistencia perseverante lograron la llegada de sus hermanos. Ya en 1659
las Carmelitas de Córdoba habían cursado una petición al General de la
Congregación Española para la fundación de frailes. Las Carmelitas de Santa
Teresa en Buenos Aires en 1874 y las de Salta en 1893 se habían dirigido
también a nuestros Superiores con la misma solicitud.
Pero la hora de la Providencia
sonaría, por fin, enseguida. El P. Honorio Badano era un Carmelita italiano de
la Provincia de Génova[24].
Desde la revolución garibaldina de 1870 residía exclaustrado en Buenos Aires.
En uno de sus viajes a Italia nuestras Hermanas del Carmelo de San José en la
ciudad porteña le instaron a que solicitara del P. General el envío de los
Carmelitas a la Argentina.
El P. Bernardino de Santa
Teresa (Martini)[25] encargó el asunto en 1898
al Provincial de Castilla. El 10 de febrero de 1899 llegó de esta Provincia la
comitiva de los pioneros: Padres Agapito del Sdo. Corazón y Eulogio de Santa
Teresa y el Hº Justo de la Virgen del Carmen. Aunque en Buenos Aires se creó
una residencia en la casa del capellán de las Carmelitas, que el 9 de abril de
1902 se convertirá en convento, la primera fundación fue la de Córdoba con
fecha del 31 de diciembre de 1900.
En Bolivia hubo una efímera
fundación, que comenzó en 1902 y terminó en 1905[26].
Después hay que esperar hasta 1929 para hablar de la implantación carmelitana
en esa república andina por iniciativa de la nueva Provincia de Burgos.
Con estos inicios llegamos en 1905 al
decreto del Definitorio General por el que se regula la dependencia jurídica de
las fundaciones carmelitanas en América Latina. Con fecha 1 de julio se
establece que los conventos de Cuba “omnesque in posterum in Antillis fundandi” queden bajo la
jurisdicción de la Provincia de Castilla. A la Semi-Provincia Bética,
restaurada el día anterior 30 de junio, se le atribuyen los dos conventos de
Argentina. Los conventos de la Semiprovincia Mexicana, ocupados por los religiosos
españoles, “attento statu actuali Semi-Provinciae Mexicanae”, pasan a depender
de la Provincia de Aragón-Valencia. Las comunidades de las repúblicas de Chile,
Bolivia y Perú con las casas ya erigidas (sólo en Chile) o a erigir dependerán
de la Provincia de Navarra. El decreto lleva la firma del General, P. Reinaldo
María de San Justo, y del P. Benedicto de Jesús, tercer definidor y secretario[27].
I. 3) La enrocada cuestión de las
parroquias.-
América Latina ofrecía en
aquellos tiempos para el Carmelo una perspectiva novedosa. La cuestión de las
parroquias no tenía parámetros en Europa. El panorama era distinto en América. Por
la gran escasez del clero local la cura parroquial era el apremio más urgente
que solicitaban los obispos a los agentes de evangelización. En este caso la
Orden se encontraba ante un desafío inédito. Transcribo las palabras de un
historiador carmelita de Latinoamérica: “Una cuestión transcendente para la
Orden fue por entonces la aceptación de las Parroquias
en las nuevas fundaciones, ya que dichas entidades solo se permitían en tierras
de misión, entendidas éstas en sentido estricto. El Capítulo Provincial de
Navarra de 1894[28], presidido por el P.
Ezequiel, ante las urgentes necesidades pastorales de Cuba, las aceptó con un
gran sentido apostólico, e incluso con la presencia mínima de tres religiosos
en cada una de ellas. Las actas correspondientes fueron enviadas a Roma y,
aunque produjeron extrañeza, el Definitorio General las aprobó el 30 de junio
con pequeñas modificaciones”[29].
El texto original de
referencia, traducido del latín, es el siguiente: ”Considerando el Capítulo
Provincial que nuestra existencia en España tiene su origen en el título de
misioneros para Cuba y que están urgiendo su cumplimiento no sólo el Gobierno y
el arzobispo de Santiago de Cuba sino también, y de forma urgente, las graves
necesidades espirituales de aquella región, para estabilidad de la Provincia y
adelanto en la perfección, toma la decisión de aceptar la cura de almas en la
misión que allí tiene, una vez obtenida la licencia competente …”[30]
Es un texto histórico, que enseguida
tendrá su trascendencia en el ulterior desarrollo de la Orden en América del
Sur. Si el Definitorio General aprobó el acta, no por eso cambió todavía de
posición. Mons. Aurelio Torres, obispo Carmelita en Cuba, tras sus
conversaciones en la Curia Carmelitana de Roma, escribía todavía algunos años
más tarde al Provincial de Navarra: “En Roma no están muy gustosos los
Definidores Generales en aceptar parroquias, porque lo consideran perjudicial
al espíritu de nuestro Instituto, donde se introduciría insensiblemente la
relajación”.[31] De hecho, en las “Instructiones Missionum OCD”, aprobadas por
la Orden en 1904, se lee: “Estén bien
persuadidos nuestros Misioneros que nuestra Regla y nuestras Constituciones
conservan toda su fuerza obligatoria en tierras de Misión”.
Con su prestigio y ponderación
el P. Ezequiel logró convencer a las autoridades generales de la Orden en Roma
que había llegado la hora de América Latina para el Carmelo, con sus nuevas exigencias,
con nuevos planteamientos; que por tanto, había que hacer un esfuerzo de adaptación por nuestra
parte[32].
El problema de las parroquias
y del catecismo a la infancia se presentaba como primera urgencia en las
necesidades de la Iglesia Latino Americana. Los dos visitadores de Navarra
estudiaron la cuestión a conciencia y la afrontaron con valentía. El
carismático Provincial defendió la causa en Roma con prudencia y serenidad. No
a todos se podían pedir ideas claras al respecto. Por eso era necesario un
trabajo de prudente mentalización.
El Provincial siguiente, P.
Atanasio del Sagrado Corazón de Jesús, redactó un escrito de máximo respeto a nuestros
superiores de Roma. Pero en forma de súplica no ocultaba su pensamiento sobre
el dilema de las parroquias, proponiendo esforzarnos por una nueva visión de la
cuestión: “Acatando cual se deben las disposiciones y resoluciones de la
superioridad … hubo otra [razón] que determinó mi ánimo al voto favorable. En
mi humilde parecer, cuando nos establecemos en un país, para que nuestro
establecimiento sea durable en ese país, necesitamos comenzar por crear
intereses que aún en los días de trastornos sociales haya probabilidad de que
sean respetados … En este período de revolución legal que paulatinamente se
viene haciendo en todos los países, entiendo que sirve algún tanto el estar la
Orden encargada de Misiones, de la asistencia religiosa a los establecimientos
penales, parroquias, …”[33]
Había que escuchar también a los
misioneros mismos, a los encausados en el ambiente, cómo entendían el apremio
apostólico en el que se encontraban: “Todas las Misiones que están a nuestro
cargo son pueblos, y la gente vive reunida, y se llaman Misiones porque en
dichos pueblos no hay parroquia constituida, o no hay bastantes católicos en un
pueblo para sostener las cargas de una parroquia. Por eso se llaman Misiones.
Pero con el tiempo, si trabajamos y Dios nuestro Señor nos ayuda, el número de
católicos aumentará y todas estas misiones se convertirán en parroquias”[34].
Años más tarde todavía tendría
que escribir el batallador pero benemérito y esforzado luchador por implantar
el Carmelo en el hemisferio sur de América, P. Constancio del Sgdo. Corazón de
Jesús: “Por aquí no hay más remedio que tomar parroquias; de otro modo, es casi
imposible. Ya podíamos tener unas seis o siete; pero estamos perdiendo las
mejores ocasiones […] La necesidad se impone”. Escribía en 1911[35].
Hay otro caso de aquellos años
que ilustra también la dificultad de los Carmelitas para aceptar los cambios
que los signos de los tiempos o la maduración de la Iglesia imponían. El 22 de
noviembre de 1903 el Papa Pío X firmó el “motu proprio” sobre la renovación de
la música sagrada en la liturgia, introduciendo el canto gregoriano[36].
No faltó en la Orden una oposición
polémica a la ordenanza papal. Pesaba mucho el que en la legislación de la
Congregación Italiana no hubiera tenido lugar el canto gregoriano[37].
La Congregación Española prescribía el canto llano o “recto tono”[38].
Al margen de la legislación en España el nuevo canto litúrgico lo habían
propagado los restauradores provenientes de Francia. Curiosamente para vencer
los últimos obstáculos en el país cristianísimo sirvió después el ejemplo de
España[39].
El Papa lo había inculcado vehementemente.
“Quiero que el pueblo ore en la belleza …”, había dicho el Papa Sarto a Camille
Bellai, gran especialista de la música litúrgica. Un periódico de New York
escribió: “Después de mucho tiempo, ninguna disposición pontificia, ni siquiera
las más solemnes encíclicas de León
XIII, nada ha entusiasmado como este documento de Pío X sobre la música sacra
…”[40]
Entre los Carmelitas persistió una terca oposición, se enquistó la polémica[41].
Como otras muchas veces en la historia de la vida consagrada, una vez más se repetía
la constatación realista de la Madre Teresa: “Mudar costumbre es muerte”[42].
El caso concreto del canto
gregoriano puede explicar el atascamiento que vivió la Orden en punto a las
parroquias. “Era el conflicto legal –sentencia el historiador- que tuvieron que
afrontar los carmelitas descalzos al llegar a Sudamérica: mantener la forma de
apostolado propio de un régimen de cristiandad, como el de Europa, reducido al
confesonario y a la predicación; o bien, aplicar el régimen contemplado en la
legislación para las misiones propiamente dichas”[43].
Hizo falta visión y “parresía”
evangélica para nuestro mejor servicio a la Iglesia latinoamericana. En esa
hora providencial y de gracia, como fue la expansión de la Orden en América, estuvieron
presentes el discernimiento y la decisión de grandes hombres de Dios. Por eso
agradecemos el servicio de quienes afrontaron la cuestión con valentía y
serenidad.
Son merecedores de los méritos
que se han atribuido al P. Pedro Arrupe con motivo del centenario de su
nacimiento: Nos enseñaron a ser “pedagógicamente creativos y evangélicamente
imaginativos en situaciones de cambio”. Supieron “encontrar la presencia
creadora de Dios en el fondo de las situaciones, de las personas, de los signos
de los tiempos, de las culturas, de los empobrecidos de la tierra”[44].
II)
El año
1911.-
Llegó el año memorable para la historia de
la Orden, el año de gracia de 1911. Comenzó, como siempre, el 1 de enero, que
en ese año fue domingo. El 1911 es el año de la valentía carmelitana, de la mayor
apertura hacia Latino América, de la implantación más consistente del Carmelo
en el hemisferio sur de aquel continente. Hay que valorar como único y singular
en la historia de la expansión de la Orden el año en que estamos, porque se
intenta establecerse simultáneamente en cuatro repúblicas y se consigue en
tres: Colombia, Perú y Brasil.
1911 es el año en que Guglielmo Marconi (1874-1937)
logra, por primera vez, la emisión y recepción de señales de radio a través del
Atlántico. El arqueólogo norteamericano Hiram Bingham descubre (24.07) la bella
ciudad inca de Machu Pichu en los Andes Peruanos. La expedición del noruego
Roald Amundsen con la colaboración de cuatro personas y de 22 perros alcanza el
Polo Sur. En ese año nacen el dramaturgo Thomas Williams Tennessee, el escritor
argentino Ernesto Sabato, el incomparable cómico mejicano Fortino Mario Alfonso
Moreno Reyes, inmortalizado con el nombre de “Cantinflas”. El 31 de mayo se
había procedido a la botadura del mítico “Titanic”. En ese año Jorge V fundó la
ciudad de New Delhi, que será la sede
del gobierno colonial, se celebró el primer Día Internacional de la mujer, se
inauguró en Roma el monumento a Víctor Manuel II de Saboya, …
En Roma el santo Papa Pío X publicó la
constitución apostólica ”Divino afflatu”
sobre la importancia de los Salmos en la liturgia y en la oración. El Papa
Sarto se encontraba entristecido por las manifestaciones masónicas que marcaban
ese año 1911 como cincuentenario de la unidad de Italia bajo el cetro del
saboya Víctor Manuel II con los recuerdos simbólicos de la Porta Pía y de las
aclamaciones a Giordano Bruno. “El año que expira –pronunciaba en un discurso
del consistorio del 27 de noviembre de 1911- ha sido particularmente doloroso:
todo el mundo lo sabe. Para Nos ha sido particularmente doloroso. Por lo mismo,
nadie Nos impedirá decir cuán grande ha sido la prueba que hemos experimentado
Nos y todos los hijos devotos con que cuenta la Iglesia Católica en todas
partes durante este aniversario tan celebrado, así como nadie ignora de dónde
proceden estos éxitos, ataques y daños tan numerosos inferidos a los derechos
de la Silla Apostólica, y que aún permanecen vivos en este día”[45].
Motivo de excepcional alegría en el ensombrecido horizonte eclesial había sido
el Congreso Eucarístico Internacional, celebrado del 25 de junio al 1 julio de
1911 en Madrid: ”En verdad, no hay motivo para desesperar de la salud pública
cuando Nos hemos visto inflamarse por todas partes el amor de los católicos por
la Santa Eucaristía …”[46].
Para la Orden este año significó un salto
numérico y cualitativo en la implantación del Carmelo en América Latina. Fue el
inicio simultáneo en tres repúblicas del hemisferio sur.
II.
1) La hora de Colombia, Perú y
Brasil.-
No se podía resistir por más tiempo a la
instancia prolongada que provenía de las Carmelitas de Villa de Leyva en
Colombia. “Yo no sé cómo expresar a V. R. y a esa santa Comunidad –respondía el
Provincial P. Atanasio- la gratitud de mi alma por sus generosos ofrecimientos,
porque todo cuanto diga es poco para lo que yo siento y mucho menos para lo que
VV. RR. merecen … En los primeros días del próximo mes de mayo convocaré
Definitorio y trataremos el asunto de esa fundación”[47].
A los pocos días, el 10 de mayo, ya estaba
embarcado en el vapor “Legazpi” rumbo a Colombia el primer plantel de los
fundadores: tres Padres y un Hermano. La Crónica
Carmelitana de aquel tiempo, basada en una carta del P. Abundio de la Cruz,
relata incluso las peripecias de aquellos viajes (34 días de navegación) y las
primeras impresiones de la nueva patria[48].
Después Colombia ha tenido su desarrollo glorioso con propia historia, bien
escrita y documentada[49].
A las Carmelitas
del Perú se juntaba ahora el apremio del episcopado. En una visita a Burgos y a
Vitoria el obispo de Chachapoyas en la Amazonía peruana, Mons. Emilio Lisson,
celebró reuniones con el Provincial de Navarra, el futuro mártir Atanasio del
Sagrado Corazón de Jesús, en Vitoria. Su objetivo era recabar ayuda misional de
los Carmelitas para su diócesis[50].
También Perú ha tenido su desarrollo, suficientemente historiado[51].
Aunque los intentos fueron contemporáneos,
la implantación en Uruguay es ligeramente posterior. El P. Constancio del
Sagrado Corazón, renunciando a su priorato de Burgos, zarpó para este país en
1910[52].
Tuvo una brillante actividad de predicador hasta con sermones que duraron “tres
horas y minutos” en Montevideo[53].
Su admirable tesón consiguió la autorización escrita del obispo con fecha del
26 de octubre de 1912 “para la fundación de una Casa y Capilla en la
jurisdicción del Reducto”. La primera capilla se bendijo el 15 de julio de 1913[54]. Pero
la fundación con rango de erección canónica de la capital uruguaya se demoró
hasta el 20 de agosto de 1916.[55]
Tras su implantación en el suelo
americano, para el conocimiento histórico de la realidad carmelitana en estas
repúblicas, además de los fondos archivísticos con la correspondencia, con los
nombramientos, determinaciones, actuaciones, celebraciones, … interesan también
las revistas populares de los
Carmelitas. Divulgaron nuestras devociones y nuestra espiritualidad. Pero
anotaban también celebraciones y acontecimientos de relieve[56].
II. 2) Connotaciones comunes.-
En todas las fundaciones de los Carmelitas
en América del Sur en el siglo XX hay un transfondo común con unas
connotaciones que se repiten como un cliché estereotipado en cada país. Como
habían favorecido anteriormente, también en la eclosión carmelitana de 1911.
a) En primer lugar, ya hemos visto la
súplica insistente de las Carmelitas Descalzas para la venida de sus hermanos a
la República Argentina. El hecho se ha de repetir en Colombia y en Perú. Menos
en Puebla de los Ángeles, Méjico (1604), primera fundación de Carmelitas
Descalzas en suelo americano, las Carmelitas Descalzas nos han precedido casi en
todas las repúblicas latinoamericanas. A Puebla de los Ángeles las Carmelitas
llegaron en 1604, en el mismo año de la fundación en Francia. Un año más tarde,
en 1605, fue la entrada en Bogotá, en la actual Colombia. En 1628 las
encontramos en Argentina, en 1643 en Perú. En 1690 están en Chile. En 1702 se
realiza la fundación en La Habana, el año 1780 en Brasil[57].
b) La devoción del pueblo amerindio a la
Virgen del Carmen, que no disminuyó sino que se acrecentó con la independencia
de las Américas, fue un atributo positivo que favoreció la llegada de los
Carmelitas[58].
El recuerdo de la familia de la Santa Madre Teresa de Jesús en América
permanecía un fuerte detonante. De las andanzas y hazañas de sus siete
hermanos, cuatro primos, varios sobrinos, parientes y amigos en el continente
nuevo hay alusiones y referencias conocidas en el epistolario teresiano.
Hernando, el primero que emigró a las Américas, se encuentra sepultado con su
inscripción tumbal en la catedral de Pasto (Colombia)[59].
c) La veneración de algunos autógrafos
teresianos y reliquias de la carismática Madre Santa Teresa de Jesús fue
también un motivo accidental en apariencia, pero providencial en realidad para
que los Carmelitas llegaran a América. Su beatificación en 1614 y su
canonización en 1622 fue motivo de celebraciones populares en varias
poblaciones con justas poéticas, alarde de cohetes y solemnes funciones
religiosas. En Argentina el general Pablo Guzmán, residente en Córdoba, se
decía primo de Martín Guzmán y Barrientos, cuñado de Teresa de Jesús, y
aseguraba haber conocido en vida a la Madre Teresa en Castellanos de la Cañada.
Una nieta suya había sido curada milagrosamente por ella. En el año de la
canonización de la Santa Madre (1622) hizo traer de España una imagen suya, que
pasó al primer Carmelo bonaerense en 1628. La imagen ha permanecido como foco
de atracción teresiana para el pueblo.
d) Por cuanto toca a la Argentina, quedaba
vigente el recuerdo del obispo carmelita español José Antonio de San Alberto
(1727-1804). Recordemos que como obispo de Córdoba vivió con tres religiosos
carmelitas como familiares en la casa desalojada de los Jesuitas, sirviendo de
capellanes a las Carmelitas de aquella ciudad[60].
II.
3) Un Carmelo con empuje misionero y
hombres de visión ante situaciones nuevas.-
Ya
hemos aludido anteriormente. La Orden llega a este año de 1911 con el gran
impulso misionero que había recibido como fruto de la anexión de la
Congregación española a la italiana por la bula “Lectissimas Christi turmas” (1875) de Pío IX[61].
La fusión o anexión tuvo como resultado un compromiso responsable en las
Misiones de Malabar. Está, en primer lugar, la nueva generación con espíritu
misionero que había nacido en los comienzos de la “restauración” del Carmelo en
España (1868). Diez años después, de un
golpe, salió en 1878 la primera expedición de los diez primeros misioneros
españoles a la India. Ya ese movimiento se hace imparable. Esto creó un
ambiente y un espíritu que interpeló, mentalizó con valor de “methanoia” el Carmelo español.
Hasta ahora las Misiones dependían del
centro de la Orden, y ella proveía a su abastecimiento en efectivos. Pero un
decreto de la Congregación de Propaganda Fide en data del 4 de noviembre de
1908 distribuyó de la siguiente forma las Misiones propiamente declaradas como
tales en la Orden: la de Siria se confió a la Provincia Romana, la de
Mesopotamia a la de Aviñón, la de Quilon (India) a la de Flandes y la de
Verapoly (India) a Navarra[62].
En el decreto se señala que estas encomiendas no debían ser obstáculo para que
las restantes Provincias no cooperaran en las mencionadas Misiones. Nace así un
impulso explosivo, al menos en Navarra, en favor de las Misiones con multitud
de vocaciones misioneras.
¿Hubo influencia de la nueva misionología
que estaba naciendo en esos años en la teología católica? Creo, al contrario,
que también en esta ocasión la experiencia concreta fue anterior a la reflexión
directa sobre ella. La nueva misionología había nacido a finales del s. XIX,
primero en la vertiente protestante con la “Evangelische
Missionslehre”, escrita en 1892 por Warneck, que ocupó la primera cátedra
de esa rama de la teología el año 1897 en la universidad de Halle.
Hasta
1911 llegan los últimos fulgores del Congreso Misionero de Edimburgo (Escocia).
De este encuentro nacieron el Movimiento Ecuménico y la “International Review of Missions”. Es la fecha del nacimiento de la
moderna Misionología católica. En ese mismo año, como fruto del Congreso
Católico de Breslau, se crea el “Instituto Internacional para la Investigación
Científica de las Misiones” en la universidad de Münster[63]
por obra del alsaciano J. Schmidlin (1876-1944), con la revista “Zeitschrift für Missionswissenschaft”[64].
Entre tanto el P. Robert Streit, OMI (1876-1930) se consagra a la monumental “Bibliotheca Missionum”.
Pero esa enseñanza académica tardó tiempo
en traducirse en acción pastoral concreta. El “Handbuch
der katholischen Missionslehre”, de B. Arens (1920) es ya más tardío. Recordemos que el primer manual de
Misionología en España es el de P. De Mondreganes-De Escalante[65].
Aunque sea de 1932, reproduce la mentalidad al respecto en España, que
permaneció invariable desde principios del siglo, incluso después de la
encíclica misional “Maximum illud” de
Benedicto XV en 1919.
Más influencia pudo tener en la Orden como
impulso misional, al menos colateral, la beatificación de Dionisio y Redento el
10 de junio de 1900. El recuerdo, ahora glorificado, de los protomártires de
las Misiones Carmelitanas en 1638, sí pudo ser una ocasión para acrecentar la
conciencia misional del Carmelo. La Orden tenía también ya su experiencia misional
en cuatro repúblicas de América Latina: México, Cuba, Chile y Argentina. De
hecho sabemos que poco tiempo después, en 1914, el número de los carmelitas de
Navarra en tierras de Misión ascendía a 33 misioneros.
¿Hubo algún acontecimiento de nota para la
vida del Carmelo en el mundo en ese año 1911? Podríamos señalar la edición del
nuevo breviario y diurnal, que el Definitorio General encargó a la editorial
Dessain para adaptarse a las determinaciones de la constitución apostólica “Divino afflatu“ de Pío X en data del 1
de noviembre de 1911[66]. ¿Algún hecho particular del Carmelo
metropolitano en ese tiempo? La historia no lo ha anotado. Sin referencia a
nuestro tema, podríamos aludir a la polémica airada en torno al injustamente
combatido historiador general, el suizo P. Benedicto María de la Cruz
Zimmermann (1859-1937)[67].
El tema se debatía ardorosamente en la Orden desde el Capítulo General de 1907.
No amainó el debate ni con la
intermediación del P. General nombrando un nuevo historiador en la persona del
P. Silverio de Santa Teresa[68].
II.
4) El carismático P. Ezequiel del
Sagrado Corazón (Bilbao Imaz).-
En 1911 era General de la Orden el P.
Ezequiel del Sagrado Corazón de Jesús. Lo hemos conocido como Provincial de
Navarra. Lo será más tarde otras tres veces más. Fue el valiente impulsor de la
implantación del Carmelo en América Latina a finales del s. XIX y principios
del s. XX. Era General desde la elección
del 20 de abril de 1907. Había llegado a la dirección general de la Orden con
la experiencia de los seis años precedentes como definidor general e incluso el
último año como vicario general, porque el 6 de diciembre de 1906 el P.
Reinaldo María de San Justo (Rousset) había sido preconizado obispo de Bagnoreggio.
Como muestra de su sensibilidad misional recordemos
el hecho de que en el definitorio extraordinario que presidió en Burgos, el 26
de agosto de 1909 propuso a los superiores de Navarra que la casa de
observancia de Ernakulam en la Misión de Verapoly se adaptara para noviciado de
las vocaciones nativas de la India[69]. Es
un avance muy significativo que comienza a romper el eurocentrismo religioso y
misional que, con salvadas excepciones, consideraba todas las vocaciones de
países de Misiones todavía como ineptas para la vida religiosa y el sacerdocio.
La cuestión tendrá su repercusión en América Latina[70].
Anteriormente el P. Ezequiel había promovido
con insistencia lo que hoy llamamos la promoción o pastoral vocacional para
aquellos tiempos, recomendando la apertura de los colegios preparatorios[71].
Se preocupó de elaborar unas “Instrucciones del Colegio Preparatorio (Régimen y
Reglamento”), publicadas para Villafranca de Navarra el año 1909 en Burgos. Ya
como definidor general redactó personalmente en 1904 las “Instructiones Missionum OCD” que el Definitorio las hizo suyas[72]. Durante
su generalato se publicaron nuevas Instrucciones Misionales para la Orden[73].
Están aprobadas el 27 de enero de 1913[74].
En el segundo número describen lo que llamaríamos el alcance de la Misión: “Los
nuevos grupos de cristianos que se constituyen o comienzan en tierras de
infieles, de heréticos y de cismáticos o que tienen un estado de transición
reciben el nombre de Misiones apostólicas; su cuidado está encomendado por los
Sumos Pontífices a los ministros, que se honran con el nombre de Misioneros
apostólicos …”[75]
Con todo, costó tiempo para que la Orden evolucionara hacia una idea de la
Misión menos reduccionista.
En cualquier caso, tenemos algunos índices
apreciativos para conocer la mente del superior general en la comprensión de la
problemática de América Latina en los días de nuestra historia. La apreciación general
de su gobierno era que el General “ha dado impulso a las misiones, ha extendido
la Orden”[76].
III)
Brasil, tierra
de promisión carmelitana.-
Focalicemos la mirada sobre esta “Tierra
de Santa Cruz” o “Tierra del Brasil”, como se la denominó en el año de su
“descubrimiento” por Pedro Alvares Cabral, el 22 de abril de 1500.
Si queremos evocar los antecedentes
teresianos en Brasil tendremos que recordar un hecho sucedido en vida de la
propia Madre Teresa de Jesús. El 15 de julio de 1570 tuvo lugar junto a la isla
de La Palma en las Canarias el martirio de los cuarenta jesuitas, que se dirigían como misioneros al
Brasil. Murieron a manos del calvinista
Jacques Soria, que tiró los cuerpos al mar. Uno de ellos, el novicio
Francisco Pérez de Godoy, era pariente de Teresa de Cepeda[77]. Antes
de que en la península se tuviera la primera información la Madre los vio subir
al cielo con coronas de mártires. Comunicó la noticia al confesor del momento,
P. Baltasar Álvarez[78].
III.
1) El Carmelo colonial, dependiente de
Portugal.-
El
reino de Portugal estuvo primero bajo la Provincia de San Felipe de Andalucía
la Baja (1588)[79].
En 1612 se convirtió en Provincia autóctona[80],
para ascender en 1773 a la tercera Congregación del Carmelo Teresiano bajo el
patrocinio de la Virgen del Carmen[81].
Sobre las fronteras geográficas de la metrópoli sus territorios de expansión
eran Extremadura en España, donde nunca fundaron, y los territorios de misión
de Angola y Brasil. Así Brasil tuvo su propia trayectoria carmelitana, siempre
independiente de España.
Surgió la primera fundación por la
necesidad u oportunidad que sentían los
Carmelitas de Luanda en Angola (1659). Por extraño que parezca, la navegación
de África a Europa, aprovechando los vientos y las corrientes marinas, pasaba a
veces de un extremo al otro del Océano Atlántico, llegando a las costas del
actual Brasil. Conocemos el viaje épico de António Manuel ne Vunda “Nigrita”,
embajador del rey del Congo ante la corte pontificia de Clemente VIII, que ya en
1606 había derivado por ese prolongado trayecto[82].
Llegados de Portugal el 14 de octubre de
1665 a la ciudad de Salvador de Bahía, los Carmelitas “Teresios” fundaron con
real cédula del rey de Portugal don Alfonso VI el 25 de julio de ese mismo año.
En 1686 el rey autorizó una segunda fundación en Olinda, a la que siguió Recife
en 1698. Hubo un compás de espera para la fundación en Río de Janeiro, que tras
repetidos intentos se logró en 1714. Con la autorización de Propaganda Fide la
Congregación italiana por su parte tentó aquí sin lograr su primera
implantación en América.
Por la orientación del trabajo pastoral “estas
fundaciones –escribe Redento de la Eucaristía- tenían una finalidad
eminentemente misionera, no sólo por el trabajo realizado, sino también por el
hecho de que la Congregación portuguesa había ordenado una vicaría en estas
fundaciones del Brasil, las cuales anexaron las dos Misiones de Angola”. Todavía
añade esta precisión: “Desde el año 1701 fue dada a nuestros Padres la
administración de todas las Misiones de los “sertoes” del río San Francisco,
once la totalidad, perteneciendo cuatro al Arzobispado de Bahía y siete al
Obispado de Olinda … Las siete misiones pertenecientes al Obispado de Olinda
estaban situadas en las islas de Irapuá do Cavalo, Aracapá, Varzes, Açará, São
Pedro y Mambú” [83].
De este período de la presencia
carmelitana en Brasil contamos con el nombre de Faustino de San Alberto, portugués, que fue
primer capellán de Porto Alegre en 1753. Recordamos también a un arzobispo y a
dos obispos: Luis de Santa Teresa, séptimo obispo de Olinda, Juan de la Cruz,
quinto obispo de Río de Janeiro en 1741 y Manuel de Santa Inés, 17º obispo y 9º
arzobispo de Bahía. José del Niño Jesús fue preconizado obispo de San Luis de
Maranhao en 1780. Pero no llegó a tomar posesión de su sede. Los cuatro eran
religiosos portugueses. El Carmelo de la época colonial feneció en Brasil con
los avatares de la independencia el 2 de julio de 1840[84].
III.
2) Arranque carismático.-
Brasil, la república más extensa de
América Latina con sus 8. 511.965 km. cuadrados vive ya una ola fuerte de
emigración española, que se incrementará al final de la primera guerra mundial
con alemanes, húngaros, eslavos, con emigrantes
procedentes de Oriente Medio y del Japón. La presencia indígena en el
Brasil de 1911 se manifiesta en la zona rural. La población negra se concentra
en el noroeste. Los núcleos de mayor densidad humana los encontramos en el
litoral y en sus proximidades. Las zonas menos pobladas se cuentan en la
Amazonía y en el Brasil central y occidental.
La Iglesia de América Latina de 1911, en
Brasil como en otras partes, era una Iglesia emancipada. Pero al mismo tiempo
era muy pobre en efectivos sacerdotales. Esta carencia la tenía que subsanar
con la asistencia europea, ya antes de la encíclica “Fidei donum” (1958). Era
una Iglesia con jerarquía nacional, pero Iglesia en estado de misión.
Al comienzo del s. XX, en el momento del
movimiento carmelitano en América del Sur, Brasil estaba desprovista de
presencia carmelitana. Tuvo que esperar los acontecimientos de gracia del año
1911. Sus principios nos son conocidos. Se hicieron sin referencia al pasado
carmelitano en la nación.
La Provincia carmelitana encargada de la
implantación de la Orden en Brasil fue la de Navarra y continuó siéndolo hasta
la desmembración de la nueva Provincia de Burgos en 1927. En 1911 era superior
provincial el P. Atanasio del Sagrado Corazón (Aguinagalde) (1870-1936),
martirizado durante la revolución marxista en Santander, donde estaba esperando
el buque que lo llevara a las Américas para girar la visita pastoral. Ya antes,
en 1901, había sido visitador de Chile y Uruguay. Tenía su conocimiento de
Latinoamérica, a donde había enviado a varios misioneros de la Provincia y
había participado directamente en la fundación de algún convento en Chile.
Permanece histórica la determinación del
Definitorio Provincial de Navarra, celebrado el 18 de octubre de 1910 en
Corella. Tras establecer que se acepten parroquias en Chile, como tercera
determinación se conceden facultades al P. Silverio de Santa Teresa, cuarto
definidor provincial, para que por carta se dirija a las Carmelitas Descalzas
de Brasil en vistas de fundar alguno o varios conventos en esta república
americana[85].
En los días de nuestra historia es la
primera vez que aparece Brasil en la mente de la Orden con un proyecto de mirar
la posibilidad de abrir una presencia carmelitana. En el Definitorio siguiente,
celebrado en Amorebieta el 4 de mayo de 1911, el Provincial P. Atanasio
Aguinagalde pudo informar que se habían aceptado “ad experimentum” las
fundaciones de São Borja y Uruguayana. Por la urgencia con que hubo que
proceder, se aceptaron antes de que llegara el rescripto pontificio de
erección.
El año anterior de la llegada de los
Carmelitas, en 1910, la diócesis de San Pedro de Río Grande do Sul se convertía
en arzobispado con sede en la ciudad de Porto Alegre. Las diócesis sufragáneas
eran Santa María, Pelotas y Uruguayana. La situación eclesial viene descrita
con tintes sombríos, como de auténtica zona misional: “Al llegar los Carmelitas
españoles al Brasil –escribe el P. Redento de la Eucaristía-, la religión
pasaba por una seria crisis. Más exactamente, debemos decir que la religión en
el Brasil estaba en crisis, particularmente, en la zona del Sul. Tenían ante sí
un campo de acción de lo más difícil y complicado que se puede suponer, entreverado
de los más peregrinos contrastes”. Y enumera las antinomias: exagerado
sentimiento religioso con indiferencia y abandono “casi absoluto” de la
práctica religiosa, poquísima frecuencia de los sacramentos … “ Una religión
sin vida y de fachada –añade- en las clases dirigentes, y llena de
supersticiones y escandalosas adulteraciones en la masa popular … El clero era
producto de su época”[86].
No se había despertado todavía el sentido
responsable de las Comunidades Eclesiales de Base. Ni había irrumpido el empuje
de la Teología de la Liberación con la atención preferencial por los pobres,
como primeros destinatarios del Reino.
El P. Constancio del Sagrado Corazón de
Jesús, inquieto por no lograr una fundación en Uruguay, realizó algunas
exploraciones para fundar en Brasil. “Si voy a Montevideo –escribía el Padre al
General, P. Ezequiel-, no se extrañe V. R., si allí no encuentro hospedaje, me
meta más adentro” Y añadía en postdata: “¿No podría VR darme una licencia
general para fundar en cualquier parte o cosa semejante? Haga alguna hombrada
de las que acostumbra, que V. R. ya puede” [87]. Por
fin, Mons. Claudio Gonzçalves, obispo de Porto Alegre, concedió licencia el 11
de abril de 1911 para proceder a una fundación en Uruguayana.
La entrada de los Carmelitas en Brasil
parece bendecida enseguida con los
mejores presagios. Escribe uno de los protagonistas: “En Diciembre pasado
[1910] enviaron nuestros superiores una expedición [de religiosos] al Uruguay y
al Brasil ... Nada se ha hecho hasta el presente en la primera de dichas
Repúblicas, en la que reina el anarquismo más despótico que se conoce. Pero en
la segunda, ¡bendito sea Dios!, qué vasto campo tiene el obrero apostólico
donde desplegar su celo. En el Brasil, no una sino centenares de puertas tienen
abiertas para entrar estos misioneros evangélicos y sembrar en él la buena
semilla del Evangelio”[88].
En abril del mismo año el obispo de Río
Grande do Sul entregó a los Carmelitas la casa de São Borja. Siguió la
parroquia de Alegrete, tras la firma del contrato entre el obispo Gonçalves y
el P. Constancio. No se hizo esperar la descripción optimista de las “dos
parroquias en el estado de Río Grande do Sul. La extensión de la parroquia de
Alegrete, en la que actualmente estoy, tiene de Norte a Sur treinta y dos leguas
brasileñas, de seis kilómetros cada una, y de Este a Oeste dieciocho, o sea una
superficie de más de tres mil quinientos kilómetros cuadrados. En estos
dilatados campos tiene como veinte mil almas, además de las doce mil que tiene
en el pueblo”. Termina la carta: “Tales han sido nuestros comienzos en esta
dilatada República[89].
La “Crónica Carmelitana” refiere de otras
travesías oceánicas con personal para el Brasil. Es el caso de los Padre Julián de San José y Manuel de la
Madre de Dios, con los Hermanos Lorenzo de San Martín y Nicolás de la Virgen
del Carmen, destinados a San Borja[90].
La correspondencia y los relatos se
manifiestas siempre optimistas: “Han entrado en Uruguayana, ciudad de Brasil,
los hijos de la Santísima Virgen del Monte Carmelo y el día 7 del corriente mes
de mayo de 1911 tomaron posesión de la Capilla de Nuestra Señora del Puerto …”[91]
Otra nota del mismo año 1911 refiere la solemnidad con que se celebró la fiesta
de la Virgen del Carmen[92].
Antes de un año tienen la suerte de contar con una imagen de la Virgen del
Carmen, obsequio de la bienhechora Annita Ribeiro de Menna Barreto. Fue tallada
en los talleres de Juan B. Manjó en Barcelona. Se organizó toda una ceremonia
solemne para su bendición. De la estatua escribe el cronista que “su actitud es tan devota, que solo mirarla
recoge el corazón” [93].
El Provincial, P. Atanasio, podía informar
al General, P. Ezequiel: “Hace tres días se habrán embarcado en Barcelona los
PP. Serafín y Paulino, a quienes destino a la ciudad de Uruguayana para donde
ha pedido dos Padres el Sr. Arzobispo de Porto Alegre. Al pronto, aquí como en
otras partes, tendrán que entrar como capellanes, párrocos o como puedan, si
quiera sea en forma algo irregular o ilegal. Una vez que nos hayamos metido
veremos de legalizar la situación …”[94]
El talante de nuestros pioneros correspondía al espíritu que el Señor recomendó
a la M. Teresa de Jesús en su fundación de San José: “Ya te he dicho que entres
como pudieres” (V 33, 12).
Meses más tarde continuaba el Provincial
informando al General: “Las fundaciones aceptadas provisionalmente o ‘ad
experimentum’ en el Brasil son tres hasta el presente: la de Uruguayana, la de
San Borja y la de Alegrete. En Uruguayana tenemos licencia in scriptis del
Arzobispo para fundar una capilla cedida, …” Y continúa informando sobre la
situación de las casas y del personal en concreto[95].
No faltaron incidentes –como suceden frecuentemente en los comienzos- para
levantar la fundación de San Borja y crear otra nueva comunidad en Pelotas.
Pero tres fundaciones en el año inicial en un país representan un récord de
excepción, fruto de gracia sobreabundante.
Las vocaciones nativas al Carmelo tardaron
en llegar o en ser recibidas. La primera fue el Hº José María do Menino Jesús
(Livio Cabruna). Había nacido en Tortona el 2 de agosto de 1899, y profesó el
16 de julio de 1934. Abandonó la Orden en 1953. Le sigue el Hº António María de
São José (António Oswaldo Soler Kuntz), que nació en Río Grande el 4 de
septiembre de 1911 y profesó el 25 de marzo de 1935. Falleció el 31 de julio de
1995 en Porto Alegre.
A los cincuenta años de la epopeya de 1911
el historiador podía escribir con razón: “Los presentes debemos testimoniar que
[los pioneros] trabajaron con un espíritu y sentido verdaderamente teresiano,
por su afán apostólico, su capacidad de trabajo
y sacrificio, su desinterés y entrega. Es un testimonio que nos pide la
historia. Al mismo tiempo haremos ver que en ese espíritu estará siempre
nuestra ruta”[96].
III.
3) La vertiente italiana de la
fundación carmelitana en Brasil.-
Desde el comienzo se vio y se creyó en las
posibilidades de gran expansión carmelitana en Brasil. En el año 1910 el obispo
de Pouso Alegre, Mons. António Augusto de Asís, se encontraba en Roma. Hizo
intervenir al cardenal Gaetano Lai, protector de la Orden, para que los
Carmelitas aceptaran dos parroquias en su diócesis. Era Provincial el P.
Rodrigo de San Francisco de Paula (Santacroce).
En fecha del 23 de mayo de 1910 el
definitorio de la Provincia Romana debatió la posibilidad de asumir tres
fundaciones que ofrecían tres obispos brasileños. El 10 de diciembre de 1910 fueron aceptadas[97]. El 11 de marzo de 1911 el Definitorio
General con el P. Ezequiel del Sagrado Corazón como Prepósito General,
entusiasta propagador del Carmelo en América Latina, ratificó la aprobación de
la Orden. Contemporáneamente a la implantación de Navarra, la Provincia de Roma por parte italiana abrió canónicamente en
este mismo año de 1911 las fundaciones de Côrrego, Cambuy y Capivary do
Paraiso. Tres Padres y un Hermano habían llegado ya a Côrrego en abril. Poco
más tarde llegó otra expedición de cuatro Padres y un Hermano. La primera
vocación carmelitana del Brasil para el Carmelo Romano fue la de António
Moreira de Queiroz, P. Gerardo de Santa Teresita[98].
A falta de otros parámetros, la Provincia
Romana tenía la intención de establecer en Brasil conventos de observancia
regular al estilo de Europa. El caso reciente de Ernakulam en la India
reforzaba esa idea. Pero sumergidos los Carmelitas italianos en la realidad americana
de gran escasez de sacerdotes, tuvieron que abrirse a la necesidad misionera de
la Iglesia del país, a la que querían servir.
En Brasil confluyó la expansión
carmelitana simultáneamente con participación hispana e italiana. El 16 de marzo de ese
mismo año 1911 el Definitorio de la Orden distribuyó el estado de Minas Gerais
con las diócesis de Mariana, Diamantina y Pousso Alegre a la Provincia Romana y los
Estados de Río Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná a la de Navarra. Más
tarde se proveería, según necesidades y circunstancias, sobre la adjudicación
de nuevos estados[99].
El camino estaba abierto, la semilla estaba sembrada. Bastaba esperar los
frutos[100].
Conclusión.-
Para la identidad carmelitana de América
Latina el año 1911 conviene recordar sus raíces sembradas en el año 1900. Habían
germinado durante 11 años para comunicar sus frutos en 1911. Pero en este año
1911 se realiza una singularidad llamativamente única en la Orden. Nunca en la
historia carmelitana se ha dado el caso de seis fundaciones nuevas en un mismo
año, en un mismo país. Sea Brasil, sea el año 1911, merecen el relieve de una
piedra miliaria con un antes y un después.
1911: Año de gracia y de bendición, año de
promesa y de realización, año de frutos, año de brío, año histórico. Año
excepcional en toda la historia de la Orden. Nunca después se ha logrado tanto
resultado en los 365 días de un año.
Termino con una mirada al futuro del
Carmelo en América Latina. Por eso quisiera evocar esta observación de la
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en su reunión
de Aparecida (2007) por cuanto pueda tener de aplicación para nuestra Orden:
“En América Latina y el Caribe, cuando muchos de nuestros pueblos se preparan
para celebrar el bicentenario de su independencia, nos encontramos ante el
desafío de revitalizar nuestro modo de ser católico y nuestras opciones
personales por el Señor, para que la fe cristiana arraigue más profundamente en
el corazón de las personas y los pueblos latinoamericanos como acontecimiento
fundante y encuentro vivificante con Cristo”[101].
El documento de Aparecida propone
“confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra
historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite
discípulos y misioneros”. Es un planteamiento – sigue recordándonos- que “no
depende de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos
que encarnan dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y
misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para América Latina”[102].
Estas consignas del documento que se elaboró en Aparecida es un despertador, es
un desafío oportuno para nuestro futuro.
No olvidemos que nos encontramos en el año
del Sínodo sobre la Nueva Evangelización. Este hecho de alcance eclesial
implica una nueva conciencia de Misión, reclama nuevas estrategias para
llevarla a cabo, postula una nueva forma de ser Iglesia y una nueva
espiritualidad que suscite nuevos evangelizadores.
Así la historia que estamos celebrando se convertirá, una vez más, en pauta y
orientación para nuestro futuro.
Congreso
Internacional de las Misiones Carmelitanas,
São Roque, 25
de julio del 2012
[1]
F. Blaudel, El Mediterráneo. El espacio y
la historia. Fondo de Cultura Económica. México 1992, p. 7.
[2]
Víctor Andrés Belaune, Peruanidad.
Pontificia Universidad Católica del Perú, Instiututo Riva-Agüero. Lima 1968, p.
11.
[3]
Marcus Tullius Cicero, De Oratore, II,
9.
[4]
La fundación se produjo en el año del tercer concilio mejicano. Cfr. León
Lopetegui-Félix Zubillaga, Historia de la
Iglesia en la América Española. BAC, Madrid 1965, p. 564-613.
[5]
José Luis Ferroni Palacios, The
Missionary Ideal of Fr. Antonio de la Ascensión: Based on the experience in the
Vizcaíno Expedition on the Coast of California. Mount Angel Seminary 2005,
p. 1; Valentín de la Cruz, La Virgen del
Carmen y los Carmelitas en la expedición de Sebastián Vizcaíno. 1602-1603, en El Monte Carmelo 49 (1951) 252-288; Mathes,
W. Michael, Fray Antonio de la Ascensión.
Paradise Isle. San Francisco Historical Society. San Francisco 1980
(private printing), p. 3-11; Geoghegan, James, Carmel in México and California. OCD’S Regional Congress, San
Diego 1984 (private printing);Watson, Stephen,
The first Carmelites in
California, en Carmelite Digest, Winter
1986, p. 42-49.
[6]
Por evocación anotamos también aquí
la obra de otro Carmelita, esta vez de la Antigua Observancia, el histórico
cartógrafo de América, Antonio Vázquez de Espinosa (1570-1630). Cfr. su Compendio y descripción de las Indias
Occidentales. Trascrito del manuscrito original por Charles Upson Clark. Washington
1948, 801 p. Cfr. También la edición más moderna de Balbino Velasco Bayón. 2 vols., Historia 16, Madrid 1992, 429 y 1127 p.
[7]
Antonio Unzueta las tilda de «Oportunidades perdidas». Cfr. La Orden del Carmen en la evangelización del
Perú. I Período Virreinal, San
Sebastián-Vitoria 1992, p. 232-235; Domingo Fernández de Mendiola, El Carmelo Teresiano en la historia. III, Roma 2011, p. 200-202.
[8] Silverio de Santa Teresa, Viaje de varios Carmelitas Descalzos a los
Reinos del Perú en 1687, en El Monte Carmelo 23 1919) 77-83, 128-131,
174-178, 227-231, 270-278, 549-552; 24 (1920) 34-36, 263-271, 458-462, …; Antonio
Unzueta, La Orden del Carmen en la
evangelización del Perú, I. San Sebastián-Vitoria 1992, p. 235-279. Sobre
este tema son importantes las informaciones vertidas por el P. Lorenzo García
de la Eucaristía en algunos escritos inéditos, conservados en el Archivo
General de Roma: Los Carmelitas Descalzos
en la Real Audiencia de Quito. Relación del Viaje al Virreinato del Perú y de
las Fundaciones que hicieron en Latacunga, Lima, Popayán y Quito. Siglo XVII. Quito
1986, 212 páginas numeradas y apéndice documental sin numerar; Id., En torno a un manuscrito del siglo XVIII que
contiene demandas y apelaciones de varios Religiosos profesos en el convento de
Padres Carmelitas Descalzos con residencia en Latacunga (Quito). Año de 1704.
Quito 1987; Id., Pleitos y Apelaciones en
la demanda de nulidad de la profesión religiosa que presentó al tribunal
eclesiástico de Quito y Lima el P. Juan del Ssmo. Sacramento (Anguieta Lozano),
Carmelita Descalzo de la comunidad de Latacunga (1720-1724). Manuscrito del
Archivo Histórico del Arzobispado de Lima. Quito 1987.
[9] La historia del Carmelo Mexicano
tiene suficiente aval historiográfico. Cfr. Agustín de la Madre de Dios, Tesoro escondido en el Santo Monte Carmelo
Mexicano. Versión paleográfica, introducción y notas de Eduardo Báez Macías. UNAM, México 1986; Dionisio Victoria Moreno, Los Carmelitas Descalzos y la Conquista
Espiritual de México 1585-1612. 2ª edic. Edit. Porrua, México 1983, 348 p.
En nuestros días José de Jesús Orozco ha contribuido con numerosos ensayos: Historiografía Carmelitana en México (AA.
VV., Historiografía del Carmelo
Teresiano, MHCT, Roma 2009, p. 237-260). Anotemos su último trabajo
histórico por el momento: “Los Carmelitas y la independencia de México,
en Monte Carmelo 119 (Burgos 2011)
183-203. Recientemente Domingo Fernández de Mendiola ha tratado el tema,
añadiendo un análisis historiográfico (cf.
El Carmelo Teresiano en la
historia, III, Roma 2011, p. 176-200).
[10]
A la fórmula de „Misioneros de
Ultramar” precedieron en los años 1851 y 1857 unos intentos de fundar un
colegio para Marruecos por el comisario apostólico para los exclaustrados en
España, P. Juan de Santo Tomás de Aquino Maldonado. También hubo tanteos para
la creación de un colegio misionero en Roncesvalles. Cfr. Julen Urkiza, Marquina, “Restauración” Misional. Nuevo
espíritu apostólico y misional, en Monte
Carmelo 110 (Burgos 2002) 263-342; Antonio Unzueta, Proyección misionera de la Provincia de S. Joaquín de Navarra en
América, in ibid., pp. 365-395.
[11]
Véase el documento en Julen Urkiza,
Reimplantación del Carmelo
Teresiano Masculino en España. T. 1, Comienzos
en Marquina (1867-1870). Roma 2007, p. 344-345.
[12]
Oportunamente el último número de la
revista “Monte Carmelo” (vol. 120,
Burgos 2012, p. 5-249) está consagrado a historiar esos inicios del Carmelo en Suramérica.
[13]
Julio Félix Barco, En el Centenario de los comienzos del
Carmelo Uruguayo, 1910-1913, en Monte
Carmelo 120 (2012), p. 12.
[14] Antonio Unzueta, Ezequiel del Sgdo. Corazón de Jesús (Bilbao
Imaz), en ABCT 37 (Roma 2000)
238-544.
[15] Antonio Unzueta, Proyección misionera de la Provincia de S. Joaquín de Navarra en
América, en Monte Carmelo 110 (Burgos 2002), p. 378.
[16] Carta del 27.08.1899.
[17]
Fidel Araneda Bravo, Historia de la Iglesia en Chile. Ediciones
Paulinas, Santiago 1986, p. 783-784.
[18] También aquí se necesitó la
oportuna dispensa del Definitorio General (6.04.1905) para aceptar la “cura
animarum in ecclesia parochiali”. Cfr. Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD (1863-1920). Roma 1984, p. 459.
[19] Cfr. Lázaro de la Asunción, Historia de la Orden del Carmen Descalzo en
Chile (1899-1935), 3. vols., Santiago 1935. Cfr. Hernán Vallejo, El Carmelo en Chile, en Monte Carmelo, 120 (2012) 185-216..
[20] Fidel Aranda Bravo, Historia de la Iglesia en Chile. Ediciones
Paulinas, Santiago 1988, p. 763.
[21] Myriam Duchens Bobadilla, La Virgen del Carmen en Chile. Historia y
Devoción. Centro de Estudios bicentenarios. Santiago 2010, p. 105.
[22] Antonio Unzueta, Mons. Valentín Zubizarreta. Carmelita,
Obispo, Teólogo. Vitoria 2006, p. 12.
[23] Fr. S., Los Carmelitas Descalzos en la Argentina, en El
Monte Carmelo 13 (Burgos 1912) 697-701; Silverio de Santa Teresa, Historia del Carmen Descalzo en España,
Portugal y América, t. XIV (Burgos 1949), p. 590-650; Serafín Puerta, Argentina, la gran misión de la Bética, en Los Carmelitas Descalzos de Andalucía
(1893-1970), Sevilla 1970, p. 92-99. Pablo Ferreiro, “Aportes para la historia del Carmelo Teresiano en Argentina”, en Monte
Carmelo 120 (2012) 217-249.
[24] Nicolò Domenico Badano, hijo de
Benedetto y de Maria Anselmo, nació el 21 de septiembre de 1820 en Sasello,
diócesis de Acque (Savona). A los 17 años vistió el hábito de la Orden en el
noviciado de Loano el 15 de octubre de 1837, profesando al año siguiente con el
nombre de Honorio de Santa Teresa. La escueta nota de los registros de la
Provincia de Liguria dice que “salió de la Orden con rescripto pontificio”.
Pero tras tener la satisfacción de la venida de los Carmelitas a La Argentina, a
mediados de 1900 se reintegró él mismo a la Orden en el convento de Buenos
Aires. Las fuentes argentinas lo describen como persona de salud frágil. Debió
de fallecer en 1904. Tuvo un hermano sacerdote en la archidiócesis de Buenos
Aires, razón que puede explicar bien su
venida a la República Argentina.
[25]
Pablo Ferreiro indica que era General el P. Ezequiel del Sdo. Corazón (cfr. Aportes para la historia del Carmelo
Teresiano en Argentina, en Monte
Carmelo 120 (2010), p. 222). Pero en esas fechas el P. Ezequiel Bilbao no
era más que Provincial de Navarra. El motivo de la encomienda a la Provincia de
Castilla debió de ser por la inseguridad creada en la Isla de Cuba tras su
emancipación como colonia española en 1898 y la consiguiente contingencia
económica. Parecía oportuno asegurar un nuevo campo de trabajo para los
religiosos que tuvieran que salir de la Perla de las Antillas.
[26] Armando R. Sejas Escalera, Historia e historiografía del Carmelo en
Bolivia, en AA. VV., Historiografía del Carmelo Teresiano.
Roma 2009, p. 390-391.
[27] Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD (1875-1920)…, p.
462. Anteriormente, los Provinciales españoles se habían reunido el 8 de
febrero de 1905 en Bilbao-Begoña para redactar una propuesta sobre la cuestión
a presentar al Definitorio General. Cfr. Antonio Unzueta, Mons.
Valentín Zubizarreta …, p. 96.
[28] En realidad era el Capítulo
Provincial de 1897, en la sesión VII del 12 de mayo.
[29] Rafael Mejía, Los Carmelitas Teresianos en América Latina. Villa de Leyva 2003,
p. 34.
[30] Acta de la sesión VIII del 12 de
mayo de 1897.
[31] Carta fechada en Cienfuegos el
16.11.1904.
[32] Recordemos que ya en el s. XVII se
perdieron ocasiones de fundaciones carmelitanas en el virreinato de Perú por
falta de apertura misional. Cuando la Orden alegó la motivación misional, como
“uno de los principales motivos para fundar la Reforma”, quebrando –por una
vez- la línea oficial de la Congregación de España en punto a Misiones, el
expediente del Fiscal del Consejo de Indias negó la fundación en 1701 Cfr.
Antonio Unzueta, La Orden del Carmen en
la evangelización del Perú, I. San Sebastián 1992, p. 261-266.
[33] Antonio Unzueta, «No niegues lo que eres». Biografía documental del P. Atanasio del
Sgdo. Corazón de Jesús. Vitoria 2001, p. 85.
[34] Carta del P. Bernardo de la Sagrada
Familia (Brontons) a su Provincial. Hartshorne (Oklahoma), 30 de noviembre de
1914. Fortunato Salas, Cartas de los
Carmelitas Descalzos de la Provincia de Aragón y Valencia residentes en
México. (Pro manuscripto). Burriana
1997, p. 49-50.
[35]
Julio Félix Barco, En el primer Centenario de los comienzos del Carmelo Uruguayo,
1910-1913, en Monte Carmelo 120 (2012), p. 57.
[36]
Véase el texto pontificio en El Monte Carmelo 5 (1904) 63-71. Meses
más tarde, el Papa volvió a recalcar su voluntad de adoptar el Canto Gregoriano
en otro motu proprio del 25 de abril de 1904, instituyendo una comisión
pontificia para el efecto (cfr. El Monte
Carmelo 5 425-428).
[37] Antonio Unzueta, Ezequiel del Sgdo. Corazón de Jesús …, p. 118.
[38]
Livino del Niño Jesús, La música sagrada
en la legislación del Carmen Descalzo. San Sebastián 1944. Véase también la
voz Música
en el Diccionario de Santa Teresa.
Burgos 2010, p. 471-475.
[39]
“Dans les monastères d’Espagne,
Portugal, d’Amérique latine, la messe au Moniz était maintenant chantée dans la
version grégorienne ». Cfr. André Traunoy, Germaine de Sonis. Édtions Alsatia, Paris 1954, p. 62.
[40] Fernand Hayward, Pie X. Éditions du Conquistador. Paris 1951, p. 94.
[41]
Finalmente, la autorización para la
publicación de las misas propias de la Orden con notación gregoriana está
firmada por el General P. Ezequiel del
Sagrado Corazón el 26 de julio de 1908 en Londres.
[43] Antonio Unzueta, “No niegues lo que eres” …, p. 36.
[44] Nicolás Castellanos Franco, Otra manera de ser Iglesia hoy es posible, en
Selecciones de Teología 50 (Barcelona 2011), p. 163.
[45] Alocución Gratum quidem est, en AAS III
(Vaticano 1911), p. 553.
[47] Carta del P. Atanasio Aguinagalde,
fechada en Bilbao el 16 de abril de 1911.
[49] Además de los estudios del P. Bernardo
Restrepo precedentemente, cfr. Rafael Mejía, El Carmelo Teresiano en Colombia. Villa de Leyva 2010, 336 p. Su
última contribución es “Orígenes del
Carmelo Descalzo en Colombia”, en Monte Carmelo 120 (2012) 127-160.
[51] Antonio Unzueta, La Orden del Carmen en la evangelización del
Perú, I. San Sebastián 1992, 327 p.; II
San Sebastián 1994, 303 p. Léase su último estudio “Cien años del establecimiento de los Carmelitas Descalzos en la
república del Perú, en Mont Carmelo 120
(2012) 161-183.
En nuestros días está superada ya la
observación del P. Silverio de Santa Teresa: “No hay obra alguna que nos dé un
estudio de conjunto de la Reforma Teresiana en la América española … Esperamos
que, en tiempo oportuno, cada una de ellas [repúblicas americanas] disponga de
su propia historia, tan extensa y completa” (Historia del Carmen Descalzo en España, Portugal y América, t. 14,
Burgos 1949, p. 1.
[54]
Julio Félix Barco, „En el primer
Centenario de los comienzos del Carmelo Teresiano en Uruguay, (1910-1913),en
Monte Carmelo 120 (2012), p. 63
y 82.
[55] Rafael Mejía, Los Carmelitas Teresianos en América Latina …, p. 594.; Julio Félix Barco, “En el Centenario de los comienzos del
Carmelo Uruguayo, 1910-1913, en Monte
Carmelo 120 (2012) 9-87. El 20 de julio de ese año el Definitorio General
concedió a la comunidad la facultad de contraer una deuda de 20. 000 francos
(Antonio Fortes, Acta Definitorii
Generalis OCD (1875-1920) …, p. 590).
[56]
En la metrópoli esta tarea informativa la cultivó la revista „El Monte Carmelo” (Santander, 1900 ...)
con su habitual crónica carmelitana. Mencionamos las publicaciones americanas: „El Ángel del Carmelo” (Argentina, de
1914 hasta la década del 1970), „El Carmelo y Praga” (Santiago de Chile,
1917-1976), „Santa Teresita” (Perú,
1925-1983), „Florecilla del Carmelo”, (Uruguay,
1928-1967), „Luz católica” (Urabá,
Colombia, 1927-1939), „El Carmen” (Colombia, 1950-1964).
Recordemos también la existencia de «Aromas
del Carmelo» (Cuba, 1921-1961) para la zona del Caribe.
[57] Rafael Mejía, Las fundaciones de las Carmelitas Descalzas en América (1604-1993).
Burgos 2000, 568 p.
[58] Severino de Santa Teresa, Vírgenes conquistadoras. Vitoria 1951,
714 p. Existen innumerables relatos sobre la acendrada devoción popular y sus
manifestaciones. Véase para este período, por ejemplo, Silverio de Santa Teresa, Crónica Carmelitana. La Virgen del Carmen en la América, en El Monte Carmelo 12 (Burgos 1911), p.
802-812. Con referencia a Chile, por ejemplo, nos recuerda Hernando Vallejo:
“Tanto había arraigado en el pueblo la devoción a la Virgen del Carmen, que
durante las guerras independistas los nacionalistas nombraron a la Virgen del
Carmen como patrona de su ejército y los Generales José San martín y Bernardo
O’Higgins proclamaron en Mendoza el 5 de enero de 1817 a la Virgen del Carmen
Patrona y Generala del ejército liberador […] El General Bernardo O’Higgins
hizo voto […] de levantar un templo a la Virgen del Carmen en e lugar donde se
consiguiera la victoria definitiva; alcanzada ésta puso […] la primera piedra
del templo votivo a la Virgen del Carmenen Maipú” (El Carmelo en Chile, en Monte
Carmelo 120 (2012), p. 186).
[59] Autor clásico en esta materia,
remozada por investigaciones más modernas, es Mons. Manuel María Pólit
(1862-1932): La familia de Santa Teresa
en América y la primera carmelita americana. Herder, Friburgo 1905, 383 p.
Cfr. Juan Ignacio Ugarte, Familia de
Santa Teresa en América de Manuel María Pólit, en Revista Teológica Limense 15 (1981) 359-368.
[60] Francisco Vega Santoveña, José Antonio de San Alberto (1727-1804). Datos
para una biografía “crítica”, en Monte Carmelo 102 (Burgos 1994), p. 112.
[61]
José Luis Ferroni Palacios, The fusion of the Spanish and Italian
Congregations of the Discalced Carmelite Friars (1868-1881). Tesi di
Licenza in Storia Ecclesiastica. Roma 2010, 104 p.
[62] En la sesión del 6 de octubre de
1908 el Definitorio General había tratado ya de este asunto, sancionado después
por el decreto de Propaganda. Cfr. Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis …, p. 508.
[64]
Desde 1950 la revista aparece con el título de „Zeitschrift für Missionswissenschaft und Religionswissenschaft”.
[66] Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD 1863-1920. MHCT,
Roma 1984, p. 552.
[67] Cfr. la nota demasiado escueta que Manuele
Boaga le dedica en Dizionario
Carmelitano. Città Nuova, Roma 2008, p. 995. Muchos más pormenores ofrece Antonio Unzueta en Ezequiel del Sdo. Corazón …, pp. 253 y 294-312.
Tras la encíclica Pascendi Domini gregis
(08-12-1907) con la que San Pío X condenaba el Modernismo y, más en concreto,
tras la alocución del mismo Pontífice en fecha del 9 de septiembre de 1908,
invitando a nuestro Definitorio General a vigilar y a no ser indulgentes con
las “innovaciones que se encaminan a hacer despreciable el tesoro de aquellas
tradiciones y religiosas costumbres …”, en nuestra Orden –como en otras
familias religiosas- se había creado una psicosis contra la fundada crítica
histórica. Éste es el background de
aquella inmisericorde oposición al pionero de nuestra historia crítica en el s.
XX.
[69] Antonio Unzueta, Ezequiel del Sdo. Corazón de Jesús, …, p. 269.
[70] La admisión de novicios criollos en
la fundación de Latacunga a finales del s. XVII (1695) había dejado un sabor
amargo y de general desconfianza hacia las vocaciones nativas. (cfr. Antonio
Unzueta, La Orden del Carmen en la
evangelización del Perú, I, p.
258-259)
[71]Antonio Unzueta, Ezequiel del Sdo. Corazón de Jesús …, p. 114-115, 272, 276.
[72] Véase sobre esta autoría Antonio
Unzueta, Ezequiel del Sgdo. Corazón …, p. 461.
[73] Typis Polyglottis Vaticanios 1913,
p. 74.
[74] “Instructiones has sexennali experimento
subiectas, et a Ven. Definitorio
N. Generali iuxta observationes Missionariorum nostrorum diligentissime
correctas, Sacra Congregatio de Propaganda Fide, quibusdam inductis
immutationibus, definitive approbavit …, p. 5.
32 Carta
del P. Antonio del SCJ, fechada en Toledo el 22 de marzo de 1913. Cfr. Antonio
Unzueta, Ezequiel del Sgdo. Corazón de
Jesús, p. 347.
[76] Cfr. Carta de Antonio del SCJ.
Toledo, 22 de marzo del 1913, en Antonio Unzueta, Ezequiel del Sdo. Corazón de Jesús …, p. 347.
[77] Véase el elogio de sus virtudes en
Luis de la Puente, Vida del V. P. Baltasar Álvarez, SJ, Madrid 1880, p. 214-218.
[78] Diego de Yepes. Vida de la bienaventurada virgen Teresa de
Jesús. T. II, Madrid 1797, p. 153; Serafim Leite, Ditoso sucesso do Padre Inácio de Azevedo, Provincial do Brasil e dos
que iam em sua companhia. Carta do P. Pero Díaz ao Provincial do Portugal Leão
Henriques da Ilha de Madeira, en Brotéria
43 (1946) 193-200. El 11 de mayo de 1854 Pío IX autorizó el culto de estos
mártires misioneros encaminados al Brasil.
[79]
Miguel Ángel Díez, Actas
de los Capítulos Provinciales OCD.
Provincia de San Ángelo de Andalucía la Alta. MHCT 30, Roma
2010, p. 14.
[80]
Ibid., p. 49.
[81]
David do Coração de Jesus, A Reforma
Teresiana em Portugal. Lisboa 1962,
p. 199, 200 y 203. Las fundaciones de Goa y de otras zonas de las Indias
Orientales dependieron de la Congregación de Italia.
[82] Dámaso Zuazua, Ein Gesandter des katholischen Königs von Kongo beim Päpstlichen Hof. Lit
Verlag, Wien-Berlin, en prensa, de inminente publicación.
[83] Redento de la Eucaristía, Los Hijos de Santa Teresa en el Brasil,
en El Monte Carmelo 60 (Burgos 1952) 254-225.
[84] Para una visión global de la
presencia carmelitana en Brasil, véase Silverio de Santa Teresa, Historia del Carmen Descalzo en España.
Portugal y América. T. XIV, Burgos 1949, p. 680-734: Redento de la
Eucaristía, Los hijos de Santa Teresa en
el Brasil, en El Monte Carmelo 60
(Burgos 1952), p. 173-193, 253-276; Rafael Mejía, Los Carmelitas Teresianos en América Latina. Villa de Leyva 2003,
p. 125-193. Resumen conciso y lineal ofrece también Pedro de Jesús María, Los Carmelitas Descalzos en Brasil.
Celebrando los 100 años de su fundación, en
La Obra Máxima 92 (2012)
23-25. El último ensayo, muy reciente, es de Gilberto Hickmann, “100 años: Rescate fundacional. Presencia de
los Carmelitas OCD en el Sur de Brasil”, en Monte Carmelo 120 (2012) 89-126.
[85] Por la trascendencia del documento
transcribo el original latín del acta: “Sed futura, quae praevedentur, adversa
tempora pro Communitatibus Nostris, inquit P. Provincialis, cogunt nos ad illa,
quantum possibile sit, praecavenda selectiora nonnulla media excogitare.
Quamobrem Patres, communi consilio, stauerunt: 1º mittendos esse aliquos
religiosos in Ernakulam, alios vero nonnullos in Rempublicam Chilenam; 2º
admitti posse paraecias si quae offerantur, in hac Republica; commissum est
R.P.Fr. Silverio a S. Teresia ut aliquem vel alios conventos erigendos in
Republica Brasiliae agat per litteras cum Monialibus Nostris in illa Republica
degentibus et ab iis expostulet horum omnium notitiam quae ad praefatas
fundaciones pernecessaria videntur”.
[86] Redento de la Eucaristía, Cincuenta años de presencia …., p. 267 y
268.
[87]
Gilberto Hickmann, „100 años: Rescate fundacional. Presencia de los Carmelitas OCD en el
Sur de Brasil”, en Monte Carmelo 120 (2012), p. 91.
[88] Carta del P. Epifanio de la
Purificación, en El Monte Carmelo 12
(Burgos 1911), p. 826.
[91] Ibid., p. 475.
[94] Carta fechada en Tarazona el 6 de
marzo de 1911.
[95] Carta del 14 de octubre de 1911 en Hoz
de Anero.
[96] Redento de la Eucaristía, Cincuenta años de vida apostólica en el
Brasil, en El Monte Carmelo 70
(Burgos 1962), p. 266.
[97] La fundación Carmelitana, la de
Cambuy en la diócesis de Pouso Alegre, fue aprobada el 3 de marzo de 1911 por
el Definitorio General. Cfr. Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD (1863-1920). MHCT Roma 1984, p.
539.
[98] Cfr. P. Onorio di Ruzza, Sintesi storico-cronologica della Provincia
Romana dei Padri Carmelitani Scalzi. Edizioni OCD, Roma 1987, p. 104. Nació el 24 de febrero de 1896 en Guanhães
(Minas Gerais), tomó el hábito del Carmen el 19 de noviembre de 1925, profesó el
l 5 de diciembre de 1926, se ordenó de sacerdote el 31 de julio de 1932 y
falleció en Rio de Janeiro el 10 de mayo de 1980. Estos datos anagráficos no
los ofrece el P. Onorio di Ruzza.
[99] Antonio Fortes, Acta Definitorii Generalis OCD (1875-1920). MHCT,
Roma 1984, p. 340.
[100] Un espléndido número extraordinario de “Mensageiro de Santa Teresinha do Menino
Jesus” con el título de “Centenário
da Chegada dos Frades Carmelitas Descalços ao Sudeste do Brasil” con sus 50
páginas ilustradas evoca en sus líneas generales la presencia carmelitana de
Brasil desde la vertiente italiana y holandesa en la última centuria (Ano 93,
Outubro-Novembro-Dezembro, São Paulo 2010).
[101] V
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Documento de
Aparecida, nº. 13.
[102] Ibid., nº. 11.